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Fwd: Rv: [Informes] El pueblo





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From: JOSE LUIS VERA <xxx@xxx.xxx.xxx>
Date: Aug 3, 2006 7:14 PM
Subject: Rv: [Informes] El pueblo
To: Erick quesnel <xxx@xxx.xxx.xxx>, Octavio Erick Quesnel <xxx@xxx.xxx.xxx >, Alfonso Barquin <xxx@xxx.xxx.xxx>, Juan Manuel Arguelles <xxx@xxx.xxx.xxx>, Achim Jecht < xxx@xxx.xxx.xxx>, Achim Jecht <xxx@xxx.xxx.xxx>, Achim Jecht <xxx@xxx.xxx.xxx>, Gabriela Vera < xxx@xxx.xxx.xxx>

Nota: Se adjuntó el mensaje reenviado.

Amigos:

El articulo lo escribio un amigo e intento que se lo
publicaran en la jornada, pero no fue aceptado.
Es una lectura interesante de lo que estamos viviendo.

Saludos.

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---------- Forwarded message ----------
From: Carlos Garcia Mora <xxx@xxx.xxx.xxx>
To: xxx@xxx.xxx.xxx
Date: Wed, 2 Aug 2006 21:38:05 -0500
Subject: [Informes] El pueblo

EL PUEBLO

 

 

México padece una guerra clasista con tintes raciales y religiosos. Así se percibe en la difundida idea del país separado entre el Norte y el Centro y Sur; imagen artificial pues la oposición se da entre la parte más acaudalada de la burguesía norteña y el pueblo mexicano centreño y sureño, y también contra clases trabajadoras del Norte.

Ciertamente, hay separaciones étnicas, sociales e ideológicas en la sociedad mexicana incubadas desde la división de la Nueva España en castas raciales. La posterior confrontación entre liberales y conservadores llegó al límite en el siglo XIX con la invasión francobelga, promovida por la oligarquía y sectores con ella identificados, para imponer un régimen monárquico, una religión única y un pensamiento dominante.

México ha sido dividido deliberadamente. El nuevo conservadurismo de este siglo, contrario a toda reivindicación social, hace visible y difícilmente conciliable esa escisión pues ha emprendido una hostilidad declarada, clasista, ideológica, e incluso étnica, de los llamados blancos criollos acomodados ligados a los intereses, la cultura y el pensamiento empresarial estadounidense. Se trata de falsos católicos que, lejos de seguir a Jesús, usan la religión como instrumento de dominación, justificación y cohesión clasista. Han asentado enclaves en varios estados del Norte, pero también en el Bajío y Jalisco. Sin embargo, otros blancos criollos, con intereses regionales diferentes y a veces opuestos o en competencia, prosperan en el centro y sur del país.

Nada es sencillo de enunciar. Decir que México está dividido en dos es falso, pues se sostiene como si existieran dos porciones iguales de población que empataron electoralmente. En realidad el partido del sector conservador, que ahora encabeza las reivindicaciones criollas, sólo recabó votos de aproximadamente un 22% de los mexicanos y mexicanas en edad de votar. El México profundo y los sectores que con él se identifican, es mayoritario por su tamaño demográfico.

Un México que las clases más altas se niegan a reconocer pues lo consideran desahuciado e inviable, disperso en regiones depauperadas y en deprimidos suburbios urbanos alejados de sus fortines. El enriquecido México criollo es al único al que consideran posible y con derechos. Con todo, el país de los de abajo es el único con historia y raíces en la tierra donde el criollo sólo es considerado como un avecindado, y donde es inexistente la pregonada crispación política pues el agresor sólo es uno.

En las bases sociales de los conservadurismos mexicanos está funcionado la ideología y la posición de clase, más que el razonamiento. Al punto de que hoy es imposible debatir en la calle refiriendo argumentos y datos con miembros de la clase media alta, simpatizante del bloque conservador. Incluso ocurre en sectores bajos de las clases medias, y hay que decirlo, algunos de las populares que aspiran por lo menos a una apariencia similar a la que consideran propia de la gente acomodada. Tal vez piensan que dan un paso adentro de ese círculo de consumidores de las más grandes y lujosas plazas comerciales, si hacen suya su cultura y procuran "blanquear" su apariencia, incluso a pesar de tener la tez con "el color de la tierra".

O para decirlo de otra manera igualmente relativa: un encumbrado bloque social encabezado por blancos criollos acaudalados y falsos católicos ha desatado una guerra contra los morenos, católicos populares, integrantes de las clases trabajadoras y habitantes arraigados del centro y sur de la nación, pero colonizadores también del gran norte mexicano. Aunque ni todos los blancos son ricos ni todos los morenos tienen conciencia de clase trabajadora, sino que se trata de bloques que entretejen etnias y clases sociales con pensamientos propios.

La guerra se desató en los años ochenta del siglo pasado, cuando el gobierno cayó en manos de un grupo cerrado y sus respectivos equipos, el que tomó las riendas de la conducción gubernamental, el ejército, las agencias de espionaje, los servicios sanitarios y asistenciales, la política económica y los demás medios con que se domina al país. Luego inició el desmantelamiento de las conquistas de las clases trabajadoras, la constitución política, el Estado, y la propiedad nacional de los recursos materiales, biológicos y culturales, e incluso intentó desbaratar la identidad del país cambiándole de nombre.

Tal grupo contaba con un elaborado proyecto de larga duración para desmontar sistemáticamente a la nación y todo aquello que apenas quedaba de eso que aún se llamaba "revolución mexicana", colocando a cambio al empresariado en la conducción del país. Dicho proyecto incluía planes sectoriales con su respectivo itinerario para imponerse y prevalecer en los próximos años, incluyendo la modernización militar y policíaca y la del control político que puso a su servicio, previendo cualquier movilización popular que causara su política económica y que se saliera de su control. Nada parecido ha podido elaborar la izquierda política ni las organizaciones de trabajadores.

Dieron un paso más destruyendo al partido que aún tenía a la Revolución Mexicana como referencia histórica, vieja cuenta pendiente con el imperialismo estadounidense y la oligarquía mexicana. Y yendo más lejos: al terminar el siglo se entregó el poder a un sector conservador. Para ello se acordó impulsar como candidato presidencial a un empecinadamente hábil trapacero de toda su vida, que había cerrado las filas de la etnia y de la clase dominante guanajuatense, cuando sus oponentes cometieron el error de atacarlo acusándolo de "español" (porque lo era, criollo barbado entonces).

La cancelación de los regímenes que simularon ser  herederos de los levantamientos populares armados a principios del siglo XX, fue convenida y ocultada tras un escenario ficticio de una supuesta primera elección democrática de dicho siglo. Así tomaron el mando personeros habilitados como gerentes que administran el país y las dependencias a su cargo, como empresas destinadas a obtener beneficios particulares, con el objetivo de convertir el aparato gubernamental en una agencia de los grandes conglomerados capitalistas transnacionales.

Como ha sucedido en otros países, se perfeccionó el control y dominio del gobierno nacional asegurando su continuidad con un instrumento aplicado en los Estados Unidos, para simular un sistema político democrático y mantener el poder: el sincronizado empleo de la administración y manipulación electrónicas de la contabilidad de los votos emitidos para elegir presidente de la República, oculto tras una aparatosa difusión periodística, radiofónica y televisiva. Así se aparentó impecabilidad técnica, y se dificultó la detección del fraude y su prueba en demandas ante un tribunal. Además, se usó la batería de viejas trampas en cada paso del proceso electoral para, entre otros propósitos, enmarañar el delito hasta desdibujarlo.

Todo ello formó parte de una operación planeada con antelación para llevarse a cabo en varias etapas y esferas de actividad (sociales, políticas, propagandísticas, electorales, policíacas, etc.), con una ruta crítica que ha previsto obstáculos y contratiempos e incluyó el uso de todo el aparato gubernamental y el apoyo de grupos empresariales, empresas de difusión y agencias conservadoras estadounidenses y españolas. Como resultado, se embargó el derecho del voto a los mexicanos, nunca realmente ejercido.

Las irregularidades cometidas en los pasados comicios por el IFE, las dependencias gubernamentales y el partido conservador, fueron anticipadas por investigadores, ciudadanos, militantes y periodistas desde que el Consejo Electoral fue integrado con consejeros adictos al PRI y al PAN, y un presidente a cargo de la supervisión fraudulenta de las elecciones. Además, parte de la comunidad científica tomó posición estudiando la conjetura del fraude electoral en el cómputo electrónico de los votos. Hay pues evidencias sobre la pertinencia de todas estas hipótesis, las cuales con dificultad pueden usarse en un litigio legal (aunque incluso estudios científicos podrían servir como documentos probatorios). Sin embargo, la ciudadanía las toma como hechos ciertos, probados lo suficientemente para que cada quien tome posición.

Toda esta operación se fraguó para garantizar que la depredación del país pueda continuar sin trastornos graves. Así, los responsables de ello rechazan darle al pueblo siquiera un gobierno tibio y procapitalista, muy lejos de la orientación neozapatista, como el que puede encabezar el candidato de la Coalición Por el Bien de Todos que ni siquiera es realmente de izquierda, por más que los partidos que lo apoyaron, y él mismo, así lo proclamen. Un gobierno que pospondría por varios lustros la lucha verdaderamente popular, dando así un alivio al desarrollo capitalista en México.

Los sectores más lúcidos del empresariado estadounidense y mexicano no lograron impulsar sus visiones más inteligentes, que piensan en la supervivencia a largo plazo del sistema capitalista mexicano. Se impusieron los más reacios a considerar válvulas de escape para la tensión social, como hubiera sido la impulsada por la Coalición, pues sólo aceptan que prevalezca el actual estado de las cosas y su visión del mundo.

En la historia de la humanidad, la intransigencia dominadora ha tenido un alto costo en sufrimiento para los oprimidos, pero también para quienes supusieron que podrían inmortalizar su utopía conservadora. Así ocurrió en México, cuando los más ultramontanos hicieron a un lado a los conservadores con una visión más moderna y se empeñaron en someter con las armas a los liberales y sus bases sociales, vendiendo incluso la soberanía nacional a una potencia extranjera para salvar su posición. A la larga, tanto por los cambios en el escenario internacional como por el impulso del nuevo capitalismo y la resistencia popular, sólo causaron que, tras una sangrienta lucha, la república liberal se asentara con mayor fuerza y por más largo tiempo. Una derrota de la que no pudieron reestablecerse del todo por más de un siglo.

Hoy el conservadurismo radical vive su revancha histórica, cancelando la vía electoral como medio democrático para impulsar proyectos con reivindicaciones populares y nacionales. Como en 1968, otra vez hay que reemprender la lucha por las libertades democráticas.
En la palestra nacional no irrumpe entonces "la gente", temeroso vocablo que evita nombrar al protagonista del movimiento ciudadano, sino el pueblo. La ciudad de México ha vivido importantes manifestaciones, como la muy representativa de muchos sectores sociales, que paró los bombardeos etnocidas en Chiapas a raíz del levantamiento neozapatista, presidida por una larga manta con uno de los mayores lemas del siglo pasado: "¡Ya basta!". La marcha del domingo 16 de julio del 2006 fue una acción de masas aún más grande. 

Difícil saber cuántas personas asistieron sin aplicar una técnica de medición confiable, pero se trató de la más grande en la historia de México, cimbrando capas bajas y medias de sus habitantes que transmitieron la resistencia a través de sus corredores de comunicación mediante sus redes sociales que soportaron propaganda de televisoras, radiodifusoras y periódicos.

Si acaso se previó que la marcha partiera con una descubierta que encabezara todo el tiempo el candidato de la Coalición Por el Bien de Todos, la realidad fue otra: contingentes organizados se adelantaron marchando por el arroyo derecho del Paseo de la Reforma y llamativamente, muchos ciudadanos y ciudadanas independientes hicieron su propia caminata por el arroyo izquierdo. Toda esa avanzada llegó primero al Zócalo que encontró medio lleno, y terminó de cubrirlo y atiborrar las calles afluentes impidiendo que los que venían atrás pudieran avanzar más. El candidato de la Coalición detuvo temporalmente su paso en la avenida Juárez, pues el pueblo ya había llegado antes y llenado todo. Metáfora insuperable de un movimiento que ese día tomó la iniciativa en gritos con consignas propias, mantas, camisetas, rótulos, cartulinas, volantes, monigotes... que llevaban sus propios mensajes más allá de partido alguno. La masa popular aplanó literalmente a los partidos. Y algo similar ocurrió el 30 de julio, cuando sucedió lo inimaginable: superó su tamaño.

Previsiblemente, la operación en marcha para un cambio orquestado de administración gubernamental tiene contemplada una posible insurgencia popular, para lo cual tendrá previstas suboperaciones policíacas e incluso militares. Parece remoto llegar a eso, pero está en la mente de muchos, aunque la mayoría desea un movimiento pacífico que evite que la represión sea encendida.

La resistencia es un viejo procedimiento de agitación de Acción Nacional que ha impartido cursos a sus cuadros para organizarla y ponerla en marcha con concentraciones, "plantones", bloqueos de carreteras, toma de plazas, hostigamientos en domicilios de sus adversarios, etc., algo que hoy desprecia y considera fuera de la ley. Sin esa violencia, ahora el pueblo puede resistir pacíficamente con ese recurso ya legitimado por Acción Nacional en el pasado, pero sin afectar la vida laboral de quienes viven de su trabajo.

¿Podrá el pueblo hacer valer su derecho a la democracia? Al menos defenderá su voto. Después de todo, muchos votaron como votaron (por el exjefe de gobierno del Distrito Federal, pese a sus limitaciones) porque son mexicanos del México de la tierra y el trabajo. Y también, hay que reconocerlo ahora aunque algunos lo callaron por considerarlo sólo concerniente a su vida íntima: muchos votaron así porque son católicos, y por ello están de acuerdo en que primero sean los pobres.(1)

 

Carlos García Mora 

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(1) Durante la segunda marcha, una anciana solitaria repartía un pequeño volante de manufactura casera con una oración: "Señor, // Tú que en tu Sagrada Palabra // dices que con tu poder derribas del // trono a los poderosos y exaltas a los // humildes, colmas de bienes a los // hambrientos y a los ricos despides // sin nada, escucha el clamor de tu // pueblo mexicano tan oprimido y dale // la bendición de que con Andrés // Manuel termine el infame despojo // que los mexicanos de buena voluntad // hemos sufrido. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor."

 


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Movimiento Ciudadano por una Patria Nueva
http://www.patrianueva.org.mx
Querétaro, México
2006.

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