Cuernavaca se ha vuelto una ciudad ruidosa
Estamos immersos en una revolución tecnológica. Los kilowatts y los
decibeles se abaratan, permitiendo cada vez mayor control a la gente
común. Con sólo girar una perilla, el animador de una fiesta puede
decidir qué escucharán cientos de miles de personas a su alrededor,
incluyendo desde luego a los entusiastas invitados, pero también a los
no invitados, sean vecinos cercanos o no. Hagamos una pequeña cuenta:
si yo escucho el sonido proveniente de una fiesta que se lleva a cabo
a tres kilómetros de mi hogar (no, esto no es fantasía; lo he medido),
eso significa que el sonido cubre al menos un área de treinta millones
de metros cuadrados. Estimando que la densidad de población urbana es
de al menos un habitante por cada doscientos metros cuadrados, eso
corresponde a más de cincuenta mil participantes involuntarios de la
alegría festiva. Algunos estarán agradecidos por la generosidad de los
organizadores que comparten de esta forma su gusto por la
música. Otros se sentirán atacados, imposibilitados de
descansar, o de concentrarse en su trabajo, de charlar, de
escuchar la música de su gusto o de producir su propia
música. Cientos de miles de desvelados involuntarios significan faltas
o retardos en los trabajos y en la escuela, disminución de la
productividad y del aprovechamiento, malestares y dolores de cabeza,
errores en la práctica profesional, accidentes de trabajo; todos
sucecsos normales, pero en mayor cantidad. ¿Tenemos derecho de
defendernos de este ataqué? Desde luego. Existe una Norma Ecológica y
de Protección al Ambiente, un Bando de Buen Gobierno y otras leyes que
establecen límites máximos al volumen permitido para las fuentes
de sonido. Existen leyes y reglamentos para controlar la contaminación
acústica. Desgraciadamente, el gobierno de Cuernavaca se niega
sistemáticamente a forzar su cumplimiento. En particular, yo he
escuchado pretextos como `es su fiesta privada, no nos podemos meter',
`tienen permiso del ayuntamiento', `no podemos hacer nada sin la orden
de un juez', etc. Considero que al negarse a actuar frente a violaciones
flagrantes de la ley, las autoridades están violando los derechos
humanos de los afectados. El propósito de esta página es acumular
información y documentar dichas violaciones y de ser necesario darle
uso a la información recabada. Por favor escríbame a
mochan{at}fis.unam.mx si
tiene alguna experiencia que desée contribuir.
- 12 dec 04. Fiestas Guadalupanas a las 23:00. Las fui a
buscar. Hay una en las canchas deportivas de la Mojonera y otra en
el Lienzo Charro, al norte de Cuernavaca, a 2+ km. de mi casa. Hallé a
la patrulla 1216 y les pedí que les pidieran que bajaran el
volumen. Se negaron terminantemente; no lo consideran su
trabajo. Para documentar el número de patrulla, les
saqué una foto. Se enojaron, se bajaron de la patrulla, me
rodearon y me amenazarm con romperme
la cámara. Tengo derecho, dicen, a fotografiar la patrulla, pero no
a los patrulleros (lo cual debe ser una mentira). Intenté borrar la
foto, no supe cómo, pero al apagar la cámara se tranquilizaron,
así que ahí quedó. Me dijeron que los callarían sólo si reciben la
orden después de que yo llame al 080. A las 23:30 marqué el 080 y
reporté las fiestas a una muchacha (no tomé su nombre). A las 11:44
bajó momentaneamente el volumen, pero ha de haber cambiado el
viento pues regreso después con un volumen mucho mayor. A las 11:47
volví a hablar. Me informaron que que no había reporte previo, lo
cual me molestó, pero que ya iban a
mandar de regreso la unidad. Quién me contestó no quería darme su
nombre y finalmente me dijo a regañadientes que era Genaro (por
algún motivo, lo dudo). A las 12:10 llamé y pedí me comunicaran con
Genaro. Les advertí que grabaría la conversación por si era
necesario recurrir a Derechos Humanos. Tardaron dos minutos sin
contestarme y finalmente me comunicaron con una mujer amable,
Thalía, quien va a volver a mandar a la unidad y va a tratar de
localizar a los de licencias y permisos. Resulta que la policía
sólo puede pedir repetidamente que bajen el volumen, pero está
incapacitada para actuar. Sólo los de licencias y permisos pueden
tomar acción, aunque trabajan en horas hábiles, no a media
noche. Su teléfono es 3291588.
- 24 de mayo, 06. Me volví muy tolerante o realmente ha bajado
parcialmente el ruido. Sin embargo, ayer fue el día del
estudiante. Para vergüenza ajena, la Universidad Autónoma del
Estado de Morelos (UAEM) los celebró con una fiesta al aire
libre. El volumen era tan fuerte que tuve que suspender la clase que
estaba impartiendo, a pesar de que el aula se hallaba a más de
300mts. de la fiesta. Fui a pedirle al encargado que le bajara el
volumen. No puedo, pues a mí me pagan para poner la música
como si el volumen alto fuera una obligación. Hablé con la
organizadora del evento. -Yo también tuve que abandonar mi trabajo,
que es mucho, pero es sólo una vez al año... Bueno, ya le dije y ya le
va a bajar. Pasaron varios minutos sin acción. -Es que al rato vamos a
bajarle de cualquier modo pues vendrán unos artistas... Es que hay que
pedirle permiso al director, pues apenas estamos promoviendo la
fiesta-. El director de la Facultad de Derecho, el secretario
general de la UAEM y otros académicos y administrativos jugaban
alegremente rayuela a una distancia prudente de las
bocinas. Uno de ellos me atendió atentamente, le indicó al encargado
que le bajara el volumen y se acabó el problema... por unos
minutos. De regreso a mi oficina, el estruendo aumentó de nuevo y tuve
que abandonar mi trabajo. En mi casa, a 4 kms. de distancia, se siguió
escuchando el ruido fuerte, como hasta las 11:30+. Lo que me indigna
en este caso es que autoridades de una universidad pública fomenten y
participen en una actividad obliga a paralizar todas
las demás labores de la misma universidad, tales y como la docencia y
la investigación. No estoy en contra de celebrar el día del
estudiante, sino en la falta de respeto hacia el trabajo mostrado por
autoriddades de la UAEM. Cuando he tenido quejas similares, he sido
bien atendido por el Departamento de Logística, Transporte y
Proteccion Civil de la misma Universidad, quienes incluso impulsaron
la prohibición de los llamados brincos que se celebraban cada
fin de cursos en cada escuela y facultad. Sin embargo, ayer no hubo
quien pudiera tomar mi llamada.