Cuernavaca se ha vuelto una ciudad ruidosa

Estamos immersos en una revolución tecnológica. Los kilowatts y los decibeles se abaratan, permitiendo cada vez mayor control a la gente común. Con sólo girar una perilla, el animador de una fiesta puede decidir qué escucharán cientos de miles de personas a su alrededor, incluyendo desde luego a los entusiastas invitados, pero también a los no invitados, sean vecinos cercanos o no. Hagamos una pequeña cuenta: si yo escucho el sonido proveniente de una fiesta que se lleva a cabo a tres kilómetros de mi hogar (no, esto no es fantasía; lo he medido), eso significa que el sonido cubre al menos un área de treinta millones de metros cuadrados. Estimando que la densidad de población urbana es de al menos un habitante por cada doscientos metros cuadrados, eso corresponde a más de cincuenta mil participantes involuntarios de la alegría festiva. Algunos estarán agradecidos por la generosidad de los organizadores que comparten de esta forma su gusto por la música. Otros se sentirán atacados, imposibilitados de descansar, o de concentrarse en su trabajo, de charlar, de escuchar la música de su gusto o de producir su propia música. Cientos de miles de desvelados involuntarios significan faltas o retardos en los trabajos y en la escuela, disminución de la productividad y del aprovechamiento, malestares y dolores de cabeza, errores en la práctica profesional, accidentes de trabajo; todos sucecsos normales, pero en mayor cantidad. ¿Tenemos derecho de defendernos de este ataqué? Desde luego. Existe una Norma Ecológica y de Protección al Ambiente, un Bando de Buen Gobierno y otras leyes que establecen límites máximos al volumen permitido para las fuentes de sonido. Existen leyes y reglamentos para controlar la contaminación acústica. Desgraciadamente, el gobierno de Cuernavaca se niega sistemáticamente a forzar su cumplimiento. En particular, yo he escuchado pretextos como `es su fiesta privada, no nos podemos meter', `tienen permiso del ayuntamiento', `no podemos hacer nada sin la orden de un juez', etc. Considero que al negarse a actuar frente a violaciones flagrantes de la ley, las autoridades están violando los derechos humanos de los afectados. El propósito de esta página es acumular información y documentar dichas violaciones y de ser necesario darle uso a la información recabada. Por favor escríbame a mochan{at}fis.unam.mx si tiene alguna experiencia que desée contribuir.