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¿Ser o no ser?… Mujer SNI



Hola a todos, 

Quisiera compartirles la columna de una chica del CIMAt, Abril Saldaña Tejeda, la cual salió publicada el día de ayer. Tal vez resulte de su interés...

Saludos.

¿Ser o no ser?… Mujer SNI
7 marzo, 2013 Por: Abril Saldaña Tejeda

Más de uno, como yo sin duda, escriben para perder el rostro. No me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. Que nos deje en paz cuando se trata de escribir”.
Michel Foucault, Arqueología del saber.

Cada vez que leo esta cita de Foucault me divierto imaginando su berrinche al llenar la plataforma electrónica para ingresar al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). El SNI es un mecanismo institucional que reconoce la labor académica de los investigadores en México. Ciertamente es difícil imaginar a Aristóteles llenando formatos sobre la ‘’producción de conocimiento’’ y ubicando de manera forzada la especificidad de su ‘’disciplina’’. Cada vez sabemos más de menos.

Ser nombrado un investigador nacional es un símbolo de prestigio entre la comunidad académica, de validación y legitimidad de las instituciones de educación superior. En lo personal el SNI representa no sólo un alimento al ego sino además hasta un cuarto del salario. Entre una serie de evaluaciones internas y externas tengo casi cuatro meses sin poder ‘’producir’’ (pensar es un lujo) para probar que alguna vez lo hice. Casi todos los países tienen algún sistema que intenta administrar la producción del conocimiento y eso implica necesariamente el acto de vigilar. Al más puro estilo Foucaultiano, la burocratización del saber/poder  a través de la sanción y el premio es un mecanismo de vigilancia y disciplina ¿qué implicaciones puede tener esto para lo que se supone que intentan regular, esto es, la calidad y cantidad de la producción académica?  ¿quién decide qué se produce, cuándo y cómo?

En otros países se ha debatido sobre esta nueva forma contractual, casi comercial, de incentivar la producción de conocimiento. En México se ha discutido (aunque no lo suficiente) la necesidad de cambios estructurales que garanticen que los criterios establecidos se acerquen con mayor objetividad al académico investigador. Se busca modificar el esquema y las normas de evaluación para que realmente correspondan a cada campo o disciplina y lograr con esto un mayor equilibrio entre las diversas disciplinas. Se ha abordado la necesidad de una mejor distribución regional de recursos, la movilidad de los candidatos hasta el nivel III y la consolidación de la cooperación internacional.

Poco se ha discutido el tema de las mujeres en el SNI. Hace un par de años, la astrónoma Esperanza Carrasco indicó que en 27 años el SNI sólo había aumentado 16 por ciento la inclusión de mujeres. Todavía los hombres representan el 66 por ciento de los investigadores.  Es difícil que la disparidad entre hombres y mujeres sorprenda si desde el ingreso al sistema las mujeres están en desventaja. Para ingresar al SNI como candidato (puerta de entrada para la mayoría) se tiene que cumplir con una serie de requisitos, casi todos relacionados con los logros y la producción académica. Sin embargo, según el reglamento actual, no se puede aspirar a la candidatura si han transcurrido más de 15 años después de haber concluido la licenciatura. Este criterio desfavorece significativamente el ingreso de las mujeres al sistema si consideramos que la mayoría de las mujeres en edad reproductiva (quienes deciden ser madres) tienen hijos entre los 20 y los 35 años de edad (justamente esos 15 años).

En países como Inglaterra el sistema equivalente al SNI[1] cuenta a cada hijo como un ‘’entregable’’ esto es, se espera que el investigador/a produzca seis artículos cada cuatro años pero cada hijo representa un artículo publicado/entregable, es decir, una mujer que tenga dos hijos tendrá que producir cuatro artículos y no seis. En la Unión Europea se conceden 18 meses de prórroga (en entregas y distinciones) por cada nacimiento. México exige súper mujeres capaces de (re)producir durante esos 15 años de plazo seres humanos y conocimiento de calidad de forma simultánea  y a la par con los hombres. Por cierto, también se debería de reconocer a los hombres que son padres, finalmente, si queremos padres responsables tendríamos que darles el tiempo de serlo.

El criterio de los 15 años complica el primer ingreso de las mujeres porque decide no tomar en cuenta que la trayectoria de vida de las mujeres madres afecta invariablemente su trayectoria académica como investigadoras más no su compromiso y la calidad de su trabajo. El embarazo y el parto son experiencias maravillosas pero también tremendamente demandantes para el cuerpo, la mente y la emocionalidad de una mujer (investigadora o no). Esto se agrava si tomamos en cuenta que México es el país número uno en cesáreas las cuales retrasan la recuperación física y con esto el reingreso a la vida laboral. Además, francamente, para muchas la única producción del conocimiento que importa cuando se tienen a un bebé recién nacido en los brazos es la de resolver los infinitos misterios de la lactancia materna. También existen mujeres académicas que posponen su maternidad para cumplir con los criterios que vinculan la edad y la competitividad, el problema es que, en muchos casos, el reloj biológico no espera ni se sincroniza con las demandas del proyecto laboral[2]. Qué ironía, se supone que la liberación femenina tenía como objetivo el que las mujeres decidieran sobre sus cuerpos y su maternidad. Parece que dejamos de seguir las indicaciones de un hombre para seguir las de un sistema laboral.

El criterio de los 15 años también tiene serias implicaciones de clase; borra del mapa a todo aquel que no haya planeado desde el día uno de su nacimiento su futuro académico (eso suele pasar en la cuna de un burgués) y a todo aquel que, por la premura de trabajar para poder subsistir, se ve obligado a aplazar sus estudios de posgrado. Todo becario sabe que el posgrado es algo en lo que uno primero tiene que invertir (no te dan una beca para el tiempo que implica solicitarla).

¿Por qué no evaluar la calidad del trabajo, el compromiso del investigador con la docencia y la comunidad cuando se decide otorgar una candidatura de ingreso? ¿Por qué y para qué un plazo de años transcurridos después de la licenciatura? ¿Quién se queda fuera por este plazo y quién entra? ¿De qué ‘‘producción del conocimiento’’ nos estamos perdiendo por este criterio arbitrario y simplista? ¿Cuáles son los ‘’sistemas de ignorancia’’ que refuerza? ¿Cuáles las asimetrías que ayuda a reproducir? Es paradójico que un sistema que se supone evalúa la producción del conocimiento no problematice lo suficiente estas cuestiones.

 Correo electrónico: abrilsaldana@xxxxxxxxx

http://www.zonafranca.mx/ser-o-no-ser-mujer-sin/