El agua es esencial para la vida, sin
embargo, no la estamos cuidando, o más bien no la hemos cuidado lo suficiente
a lo largo de nuestra historia. Para vivir necesitamos agua dulce, pero el
97% del total del agua que existe en la Tierra está en los mares y océanos y
es agua salada. Del restante 3%, que es el agua dulce, sólo una mínima parte
se encuentra en los lagos y los ríos, la mayoría son aguas subterráneas y
otra parte importante del agua está en los glaciares.
Las aguas subterráneas se acumulan y circulan bajo la superficie de terrenos
rocosos permeables, formando acuíferos. Por otra parte, el agua de lluvia o
la que cae como granizo o nieve puede formar arroyos y ríos, evaporarse o
infiltrarse a través del suelo y recargar así al acuífero. Las plantas
absorben agua tanto por las hojas como por la raíz, de esta forma la
vegetación reduce la fracción de agua que escurre y aumenta la infiltración,
recargando así también a los acuíferos.
El agua subterránea mana de forma natural en los manantiales, aunque también
la extraemos mediante pozos; pero todos sabemos que cada vez hay que cavar
más profundo para encontrar agua. Esto ha sido una consecuencia directa de
extraer más agua de la que se filtra en las formas de la naturaleza, es
decir, naturalmente. Veamos pues el caso de México. Nuestro país se
encuentra, de hecho, entre los países que ya han extraído entre 20 y 40% del
agua total disponible del subsuelo. Ya en 1995 México llevaba el deshonroso
sitio de ser el único país de América que había extraído un porcentaje tan
alto del total del agua disponible en su territorio. Así, si persiste esta
extracción desmesurada de agua, probablemente también seremos de los primeros
paí-
ses en la lista de aquellos que habrán agotado sus reservas de agua dulce.
Pero, aparte del agua de lluvia, ¿hay otra forma de reponer las reservas de
aguas subterráneas? Sí, también se filtra y llega al subsuelo el agua de ríos
y lagos, los líquidos que escurren de los basureros, de las minas, de los
campos agrícolas; y si sacamos más de la que se filtra en zonas que están cerca
del mar, entra agua de mar por debajo de la tierra. ¡Ya adivinaste! Esta agua
que era dulce empieza a tener cada vez más sales. Pero no sólo eso, el agua
también se contamina con todo lo que tiramos a los ríos, lagos, arroyos y
todo lo que vertemos en la tierra. Sé que vas a decir, al filtrarse el
agua se limpia, tienes razón; pero es tanta la contaminación que aunque se
filtre el agua no se alcanza a purificar y para colmo de males el agua
disuelve los contaminantes que están en la tierra, como pesticidas y
fertilizantes.
Frecuentemente suponemos que si no vemos turbia o sucia el agua, si no
percibimos en ella colores u olores raros, entonces será porque es agua pura
y que por lo tanto no hará daño beberla. He aquí el gran desengaño. Muchos
contaminantes no los podemos ver y son dañinos, como por ejemplo el nitrato,
que viene de los fertilizantes. Este químico limita la capacidad de la sangre
para transportar oxígeno, provocando asfixia a los bebés, pero además puede
dar lugar a nitritos, los cuales son cancerígenos. Este problema es mucho
mayor de lo que se ha denunciado hasta ahora, y conlleva consecuencias
negativas inconmensurables.
Como ya habrás adivinado, el agua que utilizamos proviene principalmente de
los mantos acuíferos subterráneos, aunque también obtenemos agua de los ríos
y colectamos parte del agua de lluvia. Aquí en Sonora, hemos visto que cada
vez hay que perforar más profundo para que brote el agua y que los pozos se
secan. ¿Por qué? Porque el nivel del agua disminuye, especialmente con la
sequía y porque al aumentar las áreas pavimentadas hay menos filtración. Sin
embargo, la principal razón para el descenso del nivel freático es
la
sobreexplotación. A ella se anticipa que se le sumen los
efectos del cambio climático en, por ejemplo, las acentuaciones o
alteraciones que ya empezamos a ver por el efecto de alteraciones del régimen
pluvial.
¿Y qué podemos hacer?, te preguntarás, ¿qué puede hacer cada uno de nosotros
en el campo en el que nos desarrollamos y en la vida que llevamos, con una
cultura negativa del agua, la cultura del despilfarro o del abuso del
líquido?
Se han tomado algunas medidas para que tengamos agua pero, ¿estamos realmente
resolviendo el problema?, ¿se han tomado ya, en forma decidida, todas las
medidas que tiendan a aliviar este grave problema? Analicemos los puntos a
favor y puntos en contra de estas medidas consideradas, analicemos sus
ventajas y sus desventajas.
Construir presas. Se desvía el cause de ríos, se capta el agua de lluvia, y
se impide que sigan sus cauces naturales; con lo que se les da agua a unos y
se les disminuye e incluso se les quita a otros.
Excavar nuevos pozos. Se corre el riesgo de sobreexplotar los mantos
acuíferos hasta el punto indeseado de llegar a agotarlos.
Tandeos. Parte de la población consumirá quizás menos agua, pero otros
resolverán el problema con cisternas y tinacos.
Echar a andar proyectos inmobiliarios o turísticos, con una regulación
rigurosa de los mismos. Frenarlos para evitar la destrucción de bosques,
selvas y manglares protegerá los motores de la naturaleza para generar más
agua. Conspirará contra las industrias de la construcción y de turismo. Ello
traerá menos empleos y menos ingresos para el país. De este punto se vuelven
consecuencia directa los dos puntos que siguen.
Educar a la población para hacer un uso razonable del agua. Contribuye a
resolver el problema siempre y cuando vaya aunado a un programa de apoyo
gubernamental, así como al mejoramiento-modernización de la red de
distribución de agua. La educación siempre es una actividad que deja medir su
impacto sólo a mediano y largo plazos. Establecer campañas de educación del
agua, equiparables a las campañas de vacunación de la población.
Reuso del agua. Realmente no requerimos agua potable para todo, pero sí agua
que cumpla con ciertas normas. Utilizar las aguas negras para riego es
peligroso por los contaminantes, los microbios y virus patógenos, los quistes
y huevecillos de parásitos (amibas, giardias y lombrices) que pueden traer.
Pero existen tecnologías para tratar estas aguas, es decir, que se cuenta con
los métodos para limpiar las aguas negras de forma tal que se pueden volver a
utilizar para diversos propósitos. Inclusive las aguas negras que se vierten
a los ríos y al mar, se deberían tratar antes de que tengan efectos negativos
sobre las otras aguas y sus sistemas biológicos. El tratar adecuadamente las
aguas y reusarlas ayuda a incrementar la cantidad de agua dulce disponible y
a recargar los acuíferos sin contaminarlos.
Desalinizadoras. Es una posibilidad que no debemos descartar. El costo actual
de esta tecnología es alto en consumo de energía en sus procesos de desalar
el agua. Otras consideraciones a tomar en cuenta son su ubicación y zona de
impacto, es decir
su zona abastecible; el balance entre costo y beneficio para consumidores
mayores y menores. Pero también habrá que poner en la balanza el hecho de que
esta tecnología modificará el ecosistema marino, y morirán peces y otros
animales, plantas y plancton.
Como ves no hay una opción única para solucionar el problema del agua, sino
que se deben combinar varias estrategias, uso de presas, pozos, construcción,
reuso y desalinización del agua, pero todas ellas se tienen que cobijar en
una educación del agua. Estas estrategias serán distintas para cada población
para poder alcanzar un justo medio entre ventajas y desventajas. Lo
indispensable y urgente es que todos, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y
ancianos, tomemos conciencia de que el agua es un tesoro de vida y que es
responsabilidad de todos.
*Investigadora del Departamento de Ciencia de los Alimentos, Centro de
Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. (CIAD)
*Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República
(CCC)
consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx
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