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CCC - Artículo del Dr. Flavio Mena Jara



Title: Xxxxxx

DR. WOLF LUIS MOCHAN BACKAL

CENTRO DE CIENCIAS FISICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

Presente

 

 

Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo titulado “Carlos Beyer, Premio Nacional de Ciencias 2007”, escrito por nuestro consejero, Dr. Flavio Mena Jara, publicado el día de hoy en la sección Opinión del periódico La Crónica de Hoy.

 

Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo.

 

Atentamente,

 

Luz Elena Cabrera Cuarón

Secretaria Ejecutiva Adjunta

 

Consejo Consultivo de Ciencias de la

Presidencia de la República (CCC)

 

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Por: Dr. Flavio Mena Jara | Opinión

Miércoles 27 de Febrero de 2008 | Hora de publicación: 02:01

 

Carlos Beyer, Premio Nacional de Ciencias 2007

 

Escribir o decir algo sobre el pasado, y en particular sobre alguien que uno ha conocido toda la vida, es un buen ejercicio, alegre y gratificante, tanto para el que lo dice o escribe, como para quien va dedicado, a la ocasión, como ahora sucede de recibir el Premio Nacional de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales 2007.
Mi relación con el maestro Carlos Beyer se inició hace mucho tiempo, cuando yo era joven y él ya era mayorcito. Tiempo éste que dio lugar a la plena convicción de que mi única aspiración era la de llegar a ser un profesional de la investigación científica, y que para lograr esa aspiración fueron culpables muchos distinguidos personajes de la fisiología mexicana, pero no hay duda de que el más culpable de todos fue Carlos Beyer.
Ahora bien, para empezar por el principio, considero sin exagerar para nada, que hablar de Carlos Beyer es hablar de la neuroendocinología experimental en nuestro país. No omito el mencionar el meritorio aunque solitario trabajo de Anastasio Vergara en los años veinte, que desgraciadamente no tuvo continuidad tras la muerte de Vergara, y la labor de investigación en endocrinología clínica en el hospital que después se constituyó en el Instituto de la Nutrición. No fue sin embargo, sino hasta fines de los años cincuenta cuando en mi opinión surgió la investigación experimental en neuroendocrinología, en el laboratorio del maestro Guillermo Anguiano, en el Departamento de Fisiología del entonces Instituto de Estudios Médicos y Biológicos (IEMB) en Ciudad Universitaria, heredero a partir de 1949, del antiguo Laboratorio de Estudios Médicos y Biológicos (LEMB) creado en 1940, y precursor hasta 1965 del actual Instituto de Investigaciones Biomédicas.
Yo llegué al laboratorio del maestro Anguiano en 1959, una vez terminado el segundo año de la carrera de medicina. En esa época el Dr. Beyer estaba por terminar su trabajo de tesis sobre la regulación autonómica de la glucosa, y con ella habría de obtener la licenciatura en biología en la facultad de ciencias, todo ello posterior a un intento de convertirse en médico, y que se frustró debido a que no se le concedió el titulo respectivo después del segundo año de la carrera.
Los primeros meses en el instituto fueron para mí difíciles, ya que el trabajo que ahí se realizaba, además de ser de la mayor formalidad, era de difícil comprensión para alguien que como yo, sólo llevaba como antecedente las clases de fisiología que había cursado en la facultad. En todo caso, la actitud hacia mí de los maestros Anguiano y Beyer fue la de hacerme participar, y no sólo mirar en los experimentos que se llevaban a cabo, los cuales estaban orientados a investigar la regulación neural de efectores autónomos tales como el útero, y posteriormente la pupila.
Así, con relación a la contractilidad uterina, se utilizaban gatas, y la preparación que utilizábamos, consistía en que, una vez anestesiado el animal, se disecaban los cuernos uterinos y atados con un hilo al brazo de una pajilla, se registraba su actividad sobre papel ahumado en un kimógrafo. El trabajo sobre el efecto de lesiones neurales sobre la motilidad uterina fue publicado varios años después en el boletín del instituto. Sin embargo, la preparación del registro de la actividad uterina fue muy valiosa para otros experimentos, los cuales surgieron merced a que mediante estimulación eléctrica de diferentes áreas cerebrales, se registraban simultáneamente tanto los efectos sobre el diámetro pupilar como sobre la contractilidad uterina; y el gran experimento sucedió cuando el Dr. Beyer, al aplicar el estímulo eléctrico sobre diferentes zonas del cerebro, además o en lugar de los efectos sobre la pupila, resultó que el útero, cuya contractilidad estábamos registrando, pocos segundos después de aplicar el estímulo, mostró una contracción enorme, sostenida y de larga duración. Los resultados de estos experimentos mostraron que los efectos observados en el registro uterino eran de tipo humoral, por acción de la oxitocina, y no debido a efectos neurales; y dado que fueron obtenidos por la estimulación de la corteza de la circunvolución del cíngulo, fueron también la primera demostración en el mundo de que el sistema límbico ejercía influencias sobre el sistema hipotálamo-neurohipofisiario. Así mismo, estos resultados constituyeron lo que, en retrospectiva, podemos considerar como el principio en nuestro país de la neuroendocrinología experimental.
Después de este trabajo surgieron muchos más, sobre todo de lesiones en sistema nervioso central y periférico, que mostraron la vía a nivel diencefálico del reflejo de evacuación láctea y que fueron el principio de una serie de líneas de investigación sobre la regulación neuroendócrina de la lactancia, y, posteriormente, sobre la neuroendocrinología de la conducta sexual.
Ahora bien, todo este desarrollo, así como el de otras líneas de trabajo fundamentales, tanto sobre el control central de la transmisión aferente como la fisiología de la epilepsia, la neurofisiología del sueño y el inicio y desarrollo de la neuroendocrinología de la lactancia y de la conducta sexual, surgieron del clima académico imperante en el seno del departamento de fisiología. Así, se puede afirmar que todas estas tradiciones en investigación en el instituto, se generaron a partir de un distinguido grupo de investigadores del cual forma parte el Dr. Carlos Beyer, y entre los cuales se deben mencionar, tanto en la época del LEMB, como del IEMB, a Carlos Guzmán Flores, Manuel Alcaraz, Efraín Pardo, Raúl Hernández Peón, Augusto Fernández Guardiola, José Negrete, Enrique Roldán, Francisco Alonso de Florida, Efrén del Pozo y Guillermo Anguiano, entre otros.
La labor académica pionera de estos investigadores sentó las bases para el desarrollo de la investigación en fisiología y neurobiología en nuestro país, en una época en que no existían instalaciones, salarios, equipo, personal auxiliar o infraestructura adecuadas, aún y cuando, en el tiempo en que yo llegué, se vivía en el departamento un ambiente de gran camaradería y de euforia académica. Este ambiente estaba sustentado en el éxito nacional e internacional que varios de los investigadores habían logrado con su trabajo. Por otra parte, el hecho de estar la mayoría de los investigadores orientados al tema común del sistema nervioso, le confería al grupo la base a partir de la cual se establecían relaciones óptimas de carácter interpersonal y de amistad, y de tales relaciones resultaban beneficiados tanto los maestros como los alumnos.
Posteriormente, a partir de 1965, ocurrieron cambios en el instituto que afectaron a la comunidad científica en general, y en el departamento de fisiología influyeron negativamente tanto en el ambiente académico que siempre había existido como desafortunadamente, también en las relaciones entre los investigadores. Así fue que gradualmente fueron saliendo del departamento y del instituto muchos de los principales líderes académicos, entre ellos, de manera particular el maestro Beyer, quien como ya he mencionado, habiendo generado trabajo muy significativo tanto sobre la biología de la reproducción como sobre la neuroendocrinología de la conducta sexual, continuó su labor de creación científica y formación de investigadores, sucesivamente en el IMSS, en la UAM Iztapalapa, donde creó y desarrolló la carrera en biología de la reproducción y finalmente en el Centro de Investigación en Reproducción Animal, del Cinvestav, en Tlaxcala, con el mismo entusiasmo, creatividad y esfuerzo que siempre ha demostrado a lo largo de sus aproximadamente cincuenta años de investigador.
Con estas líneas he querido expresar al Dr. Beyer y también a los maestros y distinguidos investigadores del entonces departamento de fisiología del Antiguo Instituto de Estudios Médicos y Biológicos, mi mayor agradecimiento por haberme iniciado formalmente en la carrera de investigador, y por haber recibido siempre la generosidad de su amistad y el apoyo para seguir adelante, en este empeño que siempre hemos compartido y que prevalece hasta ahora, de realizar investigación por la investigación misma.

*Investigador Emérito del Instituto de Neurobiología, Campus UNAM-UAQ Juriquilla, Qro.
*Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República (CCC).

consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx