DR. WOLF LUIS MOCHAN
BACKAL
CENTRO DE CIENCIAS
FISICAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE
MEXICO
Presente
Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo
escrito por nuestro consejero, Dr. Francisco J. Sánchez-Sesma, titulado
“Por un debate nacionalista en materia petrolera”, publicado el día
de hoy, en la
sección Opinión
del periódico La Crónica de Hoy.
Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo.
Atentamente,
Luz Elena Cabrera Cuarón
Secretaria Ejecutiva Adjunta
Consejo Consultivo de
Ciencias de la
Presidencia de la
República (CCC)
San Francisco No.
1626-305
Col. Del Valle
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Por: Francisco J.
Sánchez-Sesma | Opinión
Miércoles
16 de Abril de 2008 | Hora de publicación: 03:24
Por un debate
nacionalista en materia petrolera
Es bien sabido que el mejor negocio del
mundo es una empresa petrolera bien administrada. Lo que no es tan conocido es
que el segundo mejor negocio del mundo es una empresa petrolera mal
administrada. Propongo, como hipótesis de trabajo, que Pemex se clasifique en
una escala entre las dos categorías que he mencionado. El intervalo es
amplísimo, pero no hay que perder de vista que estamos hablando de los dos
mejores negocios del mundo.
Sin duda, los resultados son espléndidos, pues para Pemex los costos de
extracción de un barril de crudo andan en algo menos de 6 dólares y el precio
de la mezcla mexicana es de unos 90 dólares. Aquí habría que desglosar esta
cantidad para ver qué incluye; por eso adopté la cifra más conservadora, de
acuerdo con datos del Banco Mundial. De cualquier manera, la diferencia es 84
dólares por barril. Eso es más de 1,400% del costo. Parecería razonable que una
empresa así de rentable, reservada por la Constitución al Estado, pagara
impuestos, por llamarle de alguna manera a las aportaciones a la hacienda
pública. Sí, esos impuestos provendrían de las utilidades que pueden estimarse,
de manera sencilla, como los precios de venta menos los costos, menos la
inversión en exploración y desarrollo tecnológico, además de los diversos
gastos de mantenimiento. Es conveniente y prudente que todo esto se haga de
acuerdo con estándares bien estudiados y aplicados por otras grandes empresas
del mundo: ni más ni menos que las llamadas “mejores prácticas”; no
hay que descubrir el hilo negro. Esos impuestos podrían ser de 100% y nadie
protestaría: se consideraría que el negocio nacional está funcionando y que
florece en bien del país.
Sin embargo, el hecho es que los impuestos han sido mayores que eso y Pemex
adquiere ficticiamente deuda que en realidad es una deuda del país, pues las
aportaciones al erario son excesivas. De acuerdo con la información disponible
públicamente, en los últimos dos años se han recibido ingresos extras a los
presupuestales por más de veinte mil millones de dólares. Estos excedentes
aparentemente han ido a parar a los estados de la Federación, han financiado el
gasto corriente de la administración y
han generado un pequeño fondo petrolero.
Lo razonable es que se acepte que esa deuda es de la nación. Es
irresponsable y carente de lógica en la administración de los recursos
petroleros que la deuda se asigne al ente proveedor de estos fondos. Lo
razonable es que el Consejo de Administración decida, con base en criterios
técnicos, la reinversión de los excedentes y que las ganancias fiscales sean
mucho menores. Lo razonable es que con los excedentes se compre tecnología para
hacer eficiente la infraestructura que ya tenemos. Por ejemplo, podríamos bajar
costos de 6 a
4 dólares por barril. Lo razonable es que usemos los excedentes para
desarrollar la tecnología necesaria, para dentro de cinco y diez años, por
ejemplo, en el excelente pero menospreciado aparato de investigación con que ya
contamos. Esto implicaría un sistema de sustitución de importaciones
tecnológicas con decisiones estratégicas inteligentes a partir de negociaciones
en las que los negociadores realmente busquen el bien de la nación. Lo
razonable es que se convoque a nuestros industriales y académicos para que
conozcan los problemas que hay que resolver. La capacidad instalada todavía
existe en universidades e institutos tecnológicos del país, con una cuantiosa
inversión marginal poco usada, sobreviviendo sin estímulos reales y retos. Por
supuesto, ahora mismo esa capacidad está atrofiada y debe activarse. Hace 20
años Brasil tomó la decisión de construir su base tecnológica. Nunca es tarde,
pero hay que aceptarlo: en las condiciones actuales no podemos explorar ni
explotar en aguas profundas, pero sí podremos en 10 o 15 años. El asunto que
quedaría por discutir es qué tanta prisa tenemos.
Se dice que esas ganancias se aplican al gasto social y que necesariamente se
requiere inversión privada, nacional y extranjera, para reactivar al sector
energético. Lo que se requiere es que el Estado aumente su recaudación fiscal,
que es de las más bajas del mundo, y no necesariamente cargándole la mano a los
causantes cautivos. No tenemos por ahora las reglas para aceptar inversión
privada en la
industria. Las propuestas deben discutirse abiertamente con
la participación de los especialistas, con la contribución de los mexicanos que
han sabido hacer funcionar la industria petrolera. Numerosas son las voces que
se manifiestan en este sentido.
Lo que parece apropiado es tomar los riesgos y creer en México. Y los riesgos
no son muchos: es más eficaz y con mayores efectos multiplicadores un peso
invertido aquí, que en Houston o Londres. De hecho, algunos indicadores
sugieren efectividades de entre 5 y 7 veces. En la práctica se multiplicaría el
gasto social pues la derrama en la sociedad es más efectiva a través de la
reactivación del mercado interno. Es un círculo virtuoso. Se estimularía la
industria y la tecnología en México, lo que generaría empleos bien remunerados
para los científicos, ingenieros y técnicos mexicanos.
Para que quede más claro qué hay que hacer, esbozaré algunas ideas que pueden
servir como elementos para un debate nacionalista y generar el corpus de
conocimiento que permita arropar decisiones óptimas.
Dados los tamaños del país y de nuestra industria petrolera, deberíamos tener
unos tres institutos del petróleo y las instituciones de educación superior
deberían producir varias veces el número de ingenieros y científicos que ahora
gradúan tan sólo en los temas del petróleo y su utilización. El SNI debería duplicarse
sólo en especialidades ligadas a la energía. Es cierto que debido al descuido
fenomenal a lo largo de muchos años, nos falta la masa crítica de jóvenes
capacitados, pero todavía podemos formarlos; estamos a tiempo para impulsar
programas ambiciosos de educación y rescate de talentos. Desde la Academia Mexicana
de Ciencias, Alejandro Frank y otros están poniendo a punto PAUTA (Programa
Adopte un Talento).
La disyuntiva es falsa: aguas profundas precisamente ahora que los precios de
la mezcla mexicana rebasan los 90 dólares, y solamente con asociaciones y
alianzas con compañías extranjeras o la miseria del país. Las aguas profundas
son un reto que podemos resolver los mexicanos en mediano y largo plazo si se
emprende una profunda reforma educativa. Ciertamente deberemos evaluar con
cuidado cuánto tiempo nos llevaría desarrollar solos la tecnología que
necesitamos y en qué momento. En el mundo globalizado de hoy se deben explorar
con ánimo integrador y nacionalista las alternativas de vinculación considerando
costos y beneficios esperados.
Por ejemplo, Petrobras y Statoil, las empresas estatales brasileña y noruega,
respectivamente, han hecho alianzas que les han permitido perforar y explotar
en aguas profundas más rápido de lo que hubieran hecho solas. Estas empresas
estatales no han perdido soberanía con sus alianzas. Aliarse no es regalar el
petróleo. La verdadera disyuntiva no es si aliarse o no, sino establecer
alianzas inteligentes, que protejan la soberanía, o alianzas estúpidas. Es
irracional rechazar de entrada las alianzas sin saber en qué términos se dan.
Los datos publicados por Adrián Lajous, ex director de Pemex (15 de marzo de
2008, La Jornada) en el sentido que ya se ha decidido la renta por cinco años a
partir de 2010 de plataformas semi-sumergibles que se han empezado a construir,
sugieren cautela y precisión en el debate; demandan acciones claras y
concertadas de frente a la sociedad; requieren que la clase política muestre
que de verdad sirve a la nación. Además la reforma educativa es urgente.
Doña Josefina Vázquez Mota: esa reforma educativa debe abarcar todos los
niveles. Deberán mejorarse los salarios de los maestros y deberá exigírseles
compromiso. Es inaceptable que seamos los últimos de la OCDE en la mayoría de
las asignaturas. Recuperemos el gusto por el lenguaje escrito y hablado y por
la geometría y la biología; y por pensar. Hagamos que las televisoras difundan
programación de calidad y con equilibrio. Con notables excepciones, lo que se
difunde es deleznable.
En los niveles superiores aprovechemos la planta instalada, y abramos plazas
para investigadores y técnicos que hagan atractivo el trabajo en estas áreas.
No escatimemos esfuerzos y multipliquemos los apoyos en serio. Los ejemplos de
que es posible trabajar y tener un salario digno siendo ingeniero petrolero o
sismólogo o matemático estimularán a los jóvenes que hoy se alejan de
disciplinas fundamentales para esta industria nacional.
Insisto, la capacidad instalada todavía es muy importante, tanto en la
industria como en la
academia. Hay que vigorizarla, echarla a andar y estimular la
formación de expertos. En las reuniones internacionales de muchas disciplinas,
los mexicanos brillan por su ausencia. En las mismas reuniones hay brasileños y
venezolanos jóvenes que presentan trabajos y hacen estancias posdoctorales, que
publican en las revistas especializadas, que desarrollan y adaptan las
tecnologías. En el mundo de hoy hasta para comprar se requiere preparación.
Pero eso cuesta mucho, dirán algunos. Para tener presente los montos
necesarios, veamos un ejemplo: crear una plaza de investigador en una
institución de investigación requiere recursos de un millón de pesos
considerando salarios, becas para estudiantes y otros apoyos. Si consideramos
los excedentes petroleros de un año, podríamos crear sólo por este concepto
100,000 plazas. Usemos sólo el 1% y generemos mil nuevas plazas. Otro ejemplo:
en vez de rentar equipo de perforación, o lo que es peor contratar compañías
que perforen los pozos, deberíamos apoyar el desarrollo de las capacidades para
fabricar los equipos aquí y usarlos. Dado el tamaño de nuestra industria se
justifica intentarlo. Nos cuesta más no hacerlo.
Ahora mismo se requiere un debate nacionalista para afinar las decisiones. Las
propuestas deben exponerse abiertamente y la voz de los que saben deberá pesar.
Ese debate deberá darse sin excesos retóricos y con datos duros. Esto ya no es
un asunto de ideología: es un asunto de interés nacional. Se trata de
garantizar el bien general. El petróleo es de todos los mexicanos y en negocios
la regla de oro es que el que tiene el oro (negro) pone la regla.
*Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia
de la República (CCC)
*Investigador Titular del Instituto de Ingeniería, UNAM
*Expresidente de la Academia de
Ingeniería
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