Jorge Flores
Valdés | Opinión 2012-12-05 |
Así como el beisbol, el futbol y el tenis, la física es
divertida
Usted me
enseña beisbol y yo le enseño relatividad…
Mejor no,
usted aprenderá relatividad mucho antes que yo beisbol.
Albert
Einstein
A lo largo de
varios años he presentado en diversos foros, sobre todo con jóvenes y niños,
conferencias sobre la relación entre la física y los deportes. La idea es
partir de una enseñanza ligada más a la vida cotidiana y que podamos
enfrentar y resolver problemas reales usando la física. Es por esto que uso
esos ejemplos en vez de utilizar los que siempre ponen en las escuelas, que
son bastante bobos, alejados de la realidad y del interés de los alumnos.
Considero que igual que el beisbol, el futbol y el tenis, la física también
es divertida, y estos ejercicios son la mejor forma de acercar a la juventud
a las diversas ramas de la ciencia.
El beisbol se
juega con una pelota recubierta de piel y con costuras, la cual es arrojada a
gran velocidad por el lanzador o serpentinero (al cual todos llamamos
pitcher). Al hacerlo, puede lograr efectos para evitar que el bateador la
conecte. Esta habilidad hace la diferencia entre los grandes héroes de este
deporte y los simples jugadores regulares. ¿O es que los lanzadores famosos,
ganadores de gran cantidad de juegos, son físicos convertidos en
beisbolistas? No es el caso.
Veamos lo que
está involucrado en un juego de beisbol. Por un lado, el pitcher lanza la
pelota desde el montículo para que ésta llegue al jugador llamado receptor
(que todos conocemos como catcher) y que está atrás del plato (que todos
llamamos home). Entre el pitcher y el catcher se coloca un jugador del equipo
contrario quien tiene un palo que se llama bate (que todos conocemos como
bate). Si este bateador le pega a la bola, puede avanzar por las cuatro bases
-de ahí el nombre del juego, que en una traducción literal sería pelota base-
y hacer una anotación o carrera cuando logra regresar al home. El equipo que
consigue anotar más carreras, gana el juego.
El uso
generalizado de palabras más o menos españolizadas en casi todos los deportes
–cuyas reglas fueron definidas en francés o en inglés- es muy común.
Esto me recuerda aquel chiste del gallego al que un día invitaron a jugar
beisbol, deporte del cual no tenía la menor idea. Al tomar su turno al bate,
conecta la pelota al fondo del estadio, lo que le permite recorrer todas las
bases y regresar al home, al cual llega barriéndose. Emocionados, los
asistentes empiezan a gritar jonrón, jonrón. El gallego se levanta, todo
raspado y exclama: Cómo que con ron. ¡Será con árnica!
Regresemos a
la física del beisbol. Pensemos en particular en el problema del lanzamiento
que realiza el pitcher. Primero interviene la velocidad con la que la pelota
sale de su mano. Después, está la fuerza de gravedad de la Tierra sobre la
pelota, que la jala hacia abajo. Un buen pitcher lanza la pelota a decenas de
kilómetros por hora y, a la distancia que hay entre él y el catcher, la
pelota cae casi un metro debido a la gravedad. Pero la pelota, además de ser
jalada por la Tierra, también tiene que circular en el aire entre el pitcher
y el bateador; además de tener una velocidad, la bola también da vueltas,
gira, y al rotar arrastra al aire de manera diferente según el giro. Si este
giro es con un eje en la dirección horizontal se cae mucho o poco, según sea
la velocidad de rotación. Pero si el giro es con respecto a un eje vertical
se puede ir hacia la derecha o la izquierda, dependiendo del sentido del
giro. Eso se debe en buena medida a que, con las costuras que tiene la
pelota, jala al aire y, dependiendo de cómo el pitcher la agarre, va a hacer
que gire de manera diferente, ya sea que la tome a lo largo o ancho de las
costuras. Estas diferencias harán que la pelota haga una curva en lugar de
moverse en un plano vertical, es decir, se sale del plano y entonces el pobre
bateador puede ser engañado.
¿Qué
caracteriza a un buen bateador? La vista. Explico por qué.
La pelota
tarda más o menos 500 milisegundos (la mitad de un segundo) en ir del
montículo al home, que está a una distancia de 20 metros. Así, a la tremenda
velocidad a la que viaja -en el beisbol profesional, la pelota alcanza más
de 90 kilómetros por hora- se añade el giro. Los buenos bateadores tienen la
habilidad de intuir -al ver la pelota salir de la mano del pitcher- cómo está
girando y, por experiencia, deducen la dirección en la que viene la bola y la
batean con un enérgico movimiento del palo.
Esto no es
nada sencillo pues, curiosamente, según los científicos que estudian la
conciencia, 500 milisegundos es el tiempo en que el ser humano toma
conciencia de que ocurrió algo. Entonces, 500 milisegundos después de que el
bateador vio cómo estaba el eje de giro de la pelota, ésta ya le llegó, pero
tuvo que haber movido los brazos y el bate para pegarle. Cuando yo planteé
esto a los psicobiólogos, me decían que eso se basa finalmente en la
experiencia, en el entrenamiento que tiene el bateador y que es inconsciente.
La física
está en todo este proceso. La mecánica está presente en el movimiento de la
pelota de beisbol, que se mueve en un campo de fuerzas como el gravitacional;
están las leyes de Newton en acción y no sólo eso, también la hidrodinámica,
que entre otros movimientos rige el de un cuerpo más o menos rígido que está
moviéndose en el aire. También está presente la elasticidad, que interviene
en el choque de la bola y el bate, en los cuales se generan ondas elásticas.
En fin, intervienen un gran número de fenómenos, incluso la llamada fuerza de
Magnus, que es la causa de las curvas en el beisbol.
Es importante
señalar que cada juego tiene su pelota característica y de ahí su propia
física. Estoy escribiendo un libro de texto de mecánica que empieza por los
movimientos de la pelota de beisbol, luego continúa con la del tenis y
también con el futbol y el golf, cuyas pelotas son diferentes. Esto tiene que
explicarse con física muy fundamental, la cual aunque complicada es enseñable
a los chicos, sobre todo si les gusta el deporte.
*Coordinador
general de Consejo Consultivo de Ciencias e investigador emérito del
Instituto de Física de la UNAM.
consejo_consultivo_de_ciencias@xxxxxxxxxx
|