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CCC.-ArtÃculo de la Dra. Herminia Pasantes O.



Title: Xxxxxx

DR. WOLF LUIS MOCHAN BACKAL

CENTRO DE CIENCIAS FISICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

Presente

 

Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo escrito por nuestra consejera, Dra. Herminia Pasantes Ordóñez, titulado “México reconoce la ciencia chilena”, publicado el día de hoy, en la sección Opinión del periódico La Crónica de Hoy.

 

Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo.

 

Atentamente,

 

Luz Elena Cabrera Cuarón

Secretaria Ejecutiva Adjunta

 

Consejo Consultivo de Ciencias de la

Presidencia de la República (CCC)

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Por: Dra. Herminia Pasantes Ordóñez | Opinión

Miércoles 16 de Julio de 2008 | Hora de publicación: 04:01

 

México reconoce la ciencia chilena

 

El Premio México de Ciencia y Tecnología se otorga a investigadores iberoamericanos y del Caribe por una destacada trayectoria académica. A lo largo de los 15 años desde que fue establecido, se ha consolidado como uno de los reconocimientos más prestigiados en el ámbito de la ciencia en Iberoamérica y el Caribe. El Premio México se entregará al investigador chileno Ramón Latorre. Al mirar en la trayectoria y los descubrimientos del Dr. Latorre se advierte un rasgo especial: Latorre es un investigador creativo, que genera las hipótesis científicas con una actitud casi estética, pero una vez elaboradas, la praxis lo lleva a donde tenga que ir para sustentarlas, para luego con disciplina y trabajo, coronar el esfuerzo.

Latorre buscó investigar los canales iónicos. Estas moléculas son los interlocutores entre el mundo exterior y las neuronas, entre unas y otras neuronas, entre los nervios y los músculos, los nervios y las glándulas. Los canales iónicos son capaces de cambiar la mecánica de una fibra muscular o de inducir la liberación de una hormona. El lenguaje de estos canales es eléctrico, mismo que expresan dejando o no pasar a moléculas que llevan una carga eléctrica, positiva o negativa, es decir un ion. Los canales iónicos existen por centenares en una célula, lo que hacía su estudio complejo e impreciso. Aquí surge la creatividad de Latorre, quien concibe una forma de aislar estos canales, de lograr la casi impensable tarea de tener un canal único bajo el ojo del investigador, al incorporarlo en una membrana artificial que pudiera modificarse a voluntad. Este abordaje experimental permitió un avance espectacular en el estudio de la biofísica de los canales, apenas comparable al que más adelante desarrollarían Neher y Sakmann (premio Nobel 1991). Con este diseño, Latorre y sus colaboradores de entonces en los National Institutes of Health (NIH), pudieron predecir que la mayor o menor eficiencia de los canales depende no de su capacidad para conducir los iones sino de un cambio en la probabilidad de que el canal se encuentre abierto o cerrado. Éste, que es ahora un concepto de libro de texto y es de lo primero que aprende un estudiante de biofísica, fue el resultado de una afortunada conjunción entre la técnica y la mente brillante de Latorre y sus colaboradores.

Latorre estudió los canales de potasio y de entre ellos, los activados por calcio, que juegan un papel clave en la contracción muscular. De estos canales estudió todo (o casi todo): su arquitectura molecular, su cinética y la selectividad de la conductancia iónica, su mecanismo de activación. Hacia los 90, Latorre no pudo dejar de advertir las enormes ventajas que ofrecía el advenimiento de las técnicas de la biología molecular, y es así que en colaboración con un investigador argentino, Enrico Stefani, y una mexicana, Ligia Toro, clona por primera vez el canal de potasio activado por calcio de músculo liso y por estudios de mutagénesis, establece la relación entre la estructura y la función. Invitado periódicamente a escribir revisiones sobre el estado del campo de estos canales en las mejores revistas, estas revisiones son materia de lectura obligada para todo aquel interesado en los canales de potasio activados por calcio. El nombre de Ramón Latorre está ya ligado a la historia de estos canales.

A finales de los 90, hace Latorre un descubrimiento que permite conectar el mecanismo molecular de los canales y la clínica: descubre que la subunidad β del canal de potasio activado por calcio es sensible a estrógenos y que una mutación en esta subunidad se asocia a una menor prevalencia de hipertensión diastólica. Estos hallazgos sugieren que los estrógenos serían el factor de cardioprotección presente en las mujeres en la etapa reproductora, y que disminuye drásticamente en la menopausia. El trabajo de Latorre ha tenido un impacto fundamental en el campo de los canales iónicos y se ha publicado en las mejores revistas del área, así como en las que son prototipo de aquellas en las que aparecen los descubrimientos importantes: Nature y Science. Los descubrimientos y las ideas innovadoras de Latorre son ampliamente reconocidos y su trabajo cuenta con más de 8,600 citas. Es el científico con mayor número de citas en Chile y ciertamente uno de los más citados en América Latina. Más de 40 investigadores se han formado bajo su tutoría o se han beneficiado de su cola- boración directa.

Ramón Latorre ha tenido sin duda, una carrera científica brillante y trascendente. Pero hay otro aspecto en su trayectoria que hay que ir buscando en las páginas de su CV: su compromiso con Chile. Después de completar su doctorado en 1969 realizó un posdoctorado en el NIH, regresando luego a su país a formar a jóvenes científicos. De esa época son los primeros doctores formados bajo su dirección. A finales de 1975, obligado por las difíciles condiciones en Chile emigró a EU, en donde pasó dos años como profesor asociado en la Universidad de Chicago para establecerse finalmente en Harvard, en donde permaneció 5 años como profesor asistente, primero, y como profesor asociado, después. Ya en 1983 decide volver a su patria, regresa a vivir a Santiago de Chile. Es contratado por la Universidad de Chile, a donde llega con la intención de contribuir a la recuperación de esta universidad para la academia. En ese momento Latorre se juega su futuro personal por el de la ciencia en Chile.

En la Universidad de Chile, Latorre echa a andar el Laboratorio de Fisiología Celular, y en 1984 contribuye como fundador, a la creación del Centro de Estudios Científicos de Santiago, el CECS. En este centro Latorre lidera de manera brillante el renacimiento y la expansión de la biofísica, una disciplina que se había desarrollado antes en el país, pero que había prácticamente desaparecido. Atrae a científicos chilenos exiliados, a investigadores de otros países y a un gran número de entusiastas estudiantes. El papel de Latorre como artífice de ese logro es reconocido por la revista Science en 1995 en un artículo titulado Biophysicists re-establish a Chilean research tradition”.
Más adelante se aventura en un notable esfuerzo de descentralización. El director del CECS propone su traslado a la ciudad de Valdivia, y Latorre acepta entusiasmado. Se moviliza con toda su gente y ya establecido, continúa sus investigaciones en una de las etapas más fructíferas de su carrera. Allí recibe el Premio Nacional de Ciencias Naturales. En la actualidad, siempre visionario y convencido de la importancia del abordaje de los problemas desde distintas perspectivas, dirige sus esfuerzos hacia la creación de un Centro Interdisciplinario de Neurociencias (CIN) en el puerto de Valparaíso, con el apoyo de los European Institutes of Neuroscience y en colaboración con el Prof. Neher. Después de una estadía en Roma como agregado científico de la embajada de Chile en Italia, Ramón Latorre es desde enero de 2008 profesor en el departamento de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso, en donde se encuentra activamente tratando de fundar el nuevo CIN. El premio que recibirá en noviembre, en ceremonia oficial, del Presidente de México, y tantas otras distinciones recibidas por el Dr. Latorre, no lo han distraído de su trabajo académico y sigue desarrollando una brillante carrera científica.

La apuesta que en 1983 hizo Latorre fue sin duda arriesgada: la de dejar el prestigio y las facilidades de la Universidad de Harvard, por el desarrollo incierto de la investigación básica en su país, después de un periodo oscuro de la academia. Por fortuna, su inteligencia, su capacidad y su visión le hicieron ganar la apuesta en los dos terrenos y estamos ahora, por una parte, frente a un científico universal, absolutamente de primer nivel, y por otra, ante el florecimiento de la ciencia chilena, en particular de la biofísica, de tal envergadura que para orgullo de Ramón Latorre actualmente decir biofísica es decir Chile.

* Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República (CCC)
* Investigadora Emérita del Instituto de Fisiología Celular, UNAM

consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx