DR. WOLF LUIS MOCHAN
BACKAL
CENTRO DE CIENCIAS
FISICAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO
Presente
Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo escrito
por nuestro consejero, Dr. Ismael Herrera Revilla., titulado “Petróleo,
ciencia y nacionalismo”, publicado el día de hoy, en la sección Opinión del periódico La
Crónica de Hoy.
Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo.
Atentamente,
Luz Elena Cabrera Cuarón
Secretaria Ejecutiva Adjunta
Consejo Consultivo de
Ciencias de la
Presidencia de la
República (CCC)
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Col. Del Valle
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Por: Dr. Ismael Herrera
Revilla | Opinión
Miércoles
18 de Junio de 2008 | Hora de publicación: 02:06
Petróleo,
ciencia y nacionalismo
México se encuentra
en una encrucijada y se avecinan tiempos difíciles debido a la declinación de
su producción petrolera. La discusión que este problema ha generado, aunque
abundante, ha sido más política que racional. Un punto del que no parece haber
conciencia es que estas dificultades son consecuencias, en buena medida, de nuestro
subdesarrollo tecnológico. Otro gallo nos cantaría si en México, en todos sus
niveles, se reconociera que vivimos en un mundo en el que la ciencia y la
tecnología son predominantes y que, por lo mismo, no prestarles la atención
adecuada puede tener consecuencias desastrosas. Al respecto, van algunos datos
que seguramente ayudarán a comprender mejor el problema.
Cuando un yacimiento petrolero, después de descubierto se pone en explotación,
al cabo de su vida útil utilizando con este propósito la tecnología más básica,
aporta solamente alrededor del 10 ó 12% de su contenido. A este período se le
llama etapa de producción primaria. Hay otras técnicas, que se pueden aplicar
al término de la producción primaria para prolongar su vida útil: la producción
secundaria y sobre todo la recuperación mejorada (en inglés, enhanced oil
recovery), la cual utiliza las tecnologías más avanzadas actualmente en
investigación.
Por otra parte, para que una empresa petrolera mantenga una producción estable
necesita reponer sus reservas; es decir, asegurar que estén a su disposición
nuevos volúmenes equivalentes al menos a los volúmenes que se han extraído del
subsuelo. Las empresas petroleras internacionales utilizan los siguientes
medios para lograr la reposición de reservas: una primera fuente son los
volúmenes que provienen de una revisión más precisa de las estimaciones de las
reservas ya existentes; otro medio consiste en descubrir nuevos yacimientos
aplicando tecnologías de exploración; y finalmente contabiliza los volúmenes
que provienen de la aplicación y avances de la tecnología de la recuperación
mejorada. Hay otro procedimiento que utilizan las empresas internacionales para
sostener sus reservas, el cual consiste en comprar acciones o adquirir otras
compañías; sin embargo, en este artículo no lo voy a considerar pues no es
pertinente al tema que vamos a discutir. La reposición de reservas por medio de
la recuperación mejorada merece una explicación aparte: en la medida en que la
empresa adquiere tecnologías de explotación más avanzadas los yacimientos con
que ya cuenta van a producir más y, por lo mismo, la adquisición de esas
tecnologías conlleva una ampliación de sus reservas.
Las compañías operadoras internacionales, en promedio, reponen 114% de los
volúmenes del petróleo que utilizan; es decir, ellas mantienen una tasa de
aumento de sus reservas equivalente al 14% de su producción. Como es bien
sabido, pues ha recibido publicidad muy amplia recientemente, las reservas de
Pemex están declinando muy rápidamente; con mayor precisión, las reservas de
nuestra empresa petrolera disminuyen a un ritmo equivalente al 75% de su
producción, pues solamente mantienen una tasa de reposición de alrededor del
25% de los volúmenes producidos. Por otra parte, en el caso de las empresas
internacionales, los avances tecnológicos de la recuperación mejorada aportan
el 43% de la tasa de reposición de reservas; es decir, casi tanto como el
descubrimiento de nuevos campos. En cambio en Pemex, debido a nuestras
limitaciones tecnológicas, el 0% proviene de esa fuente. Si tomamos en cuenta
los grandes yacimientos que México ha explotado con los métodos de la
recuperación primaria y, pocos de ellos, la secundaria, salta a la vista que
las reservas de Pemex se ampliarían sustancialmente si contara con las
tecnologías de la recuperación mejorada.
Un análisis análogo para la tecnología de exploración seguramente arrojaría
resultados similares, pero no es mi propósito hacer un examen técnico
exhaustivo sino tan sólo constatar de manera fehaciente que nuestro
subdesarrollo tecnológico es un factor fundamental en la crisis que enfrenta
Pemex y nuestro país. Ante estos hechos es natural preguntarnos ¿Cómo es
posible que después de setenta años de la nacionalización del petróleo nos
encontremos tan desprotegidos para manejar nuestra industria? Que el día 18 de
marzo de 1938 nuestros obreros e ingenieros hayan corrido e hicieran acciones
apresuradas, y hasta heroicas, para mantener las refinerías y los pozos en
operación sin el apoyo de los técnicos extranjeros, era natural pues no se lo
esperaban, pero… ¿setenta años después? Las compañías internacionales en
cambio han prestado desde hace muchos años, podría decirse desde siempre, mucha
atención a su desarrollo tecnológico, pues saben que de él depende su competitividad.
Con este propósito cuentan con una red de institutos de investigación que
forman parte esencial de sus políticas. Aquí en México, en cambio, Pemex nunca
ha considerado al Instituto Mexicano del Petróleo como un elemento importante
de sus políticas.
Las explicaciones a lo que ha sucedido son diversas. Se habla de un estudio de
Arthur D. Little, de hace muchos años, en que se nos recomendaba que nos
limitáramos a hacer lo que sabíamos hacer, como si no tuviéramos la capacidad
de aprender, y dejáramos a los extranjeros hacer la tecnología. Yo
no conozco ese estudio, es posible que sea un mito solamente, pero en cualquier
caso lo que hemos hecho corresponde exactamente a ese consejo. Nos hemos
comportado como seres incapaces de aprender y con ello nuestra capacidad de
negociación se ha desplomado. Yo no sé si sea demasiado tarde para poder
revertir los errores que hemos cometido con nuestro petróleo, aunque sin duda
debemos hacer todo lo que sea posible para salir lo mejor librados de este
difícil trance, poner todo nuestro esfuerzo; pero sé que México no acaba ahí,
que muchas más cosas están en nuestro futuro y que si no corregimos las fallas
básicas que han causado nuestros desaciertos ellos se van a repetir. Es hora de
revisar a fondo nuestra política científica y tecnológica.
En 1971 creamos al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)
—como presidente de la hoy Academia Mexicana de Ciencias, tuve el honor
de encabezar a la comunidad científica nacional en esa empresa— con una
intención profundamente nacionalista: “convertir a la Ciencia y a la
Tecnología en herramienta fundamental para el desenvolvimiento y bienestar de
México”. De manera congruente con ese propósito, se planteó dar atención
prioritaria a la ciencia y tecnología aumentando en forma sustancial los
recursos que se les destinan. Al mismo tiempo, establecer un plan y una
política científica y tecnológica nacionalista que diera un lugar adecuado a
las necesidades del país. Solamente así, se dijo entonces, sería posible participar
en condiciones de igualdad en un mundo en que la ciencia y la tecnología son
predominantes. Obviamente, tal propósito no se cumplió entonces ni se ha
cumplido hasta ahora. Lo que hoy sucede debería sacudirnos y despertarnos de
nuestro letargo.
*Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República
(CCC)
*Catedrático de Excelencia e Investigador Emérito del Instituto de Geofísica,
UNAM
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