DR. WOLF LUIS MOCHAN
BACKAL CENTRO DE CIENCIAS
FISICAS UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE
MEXICO Presente Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo
escrito por nuestro consejero Dr. Alfonso Larqué Saavedra, titulado “El
cambio climático en la agricultura mexicana”, publicado el día de hoy en Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo. Atentamente, Lic. Luz Elena Cabrera C. Secretaria Ejecutiva Adjunta Consejo Consultivo de
Ciencias de la Presidencia de la
República (CCC) San Francisco No. 1626-305 Col. Del Valle Delegación Benito Juárez 03100 México, D.F. Teléfonos (52 55) 5524-4558, 5524-9009
y 5534-2112 Alfonso Larqué Saavedra* | Opinión Miércoles 18 de Febrero,
2009 | Hora de
modificación: 00:49 El cambio climático en la agricultura mexicana Es un hecho que en las últimas décadas el país ha estado
perdiendo la capacidad de producción de alimentos de origen vegetal, que se
debe entre otros factores a: 1.- La reducción de nuestras mejores tierras de
cultivo, cediéndolas a la galopante urbanización y a la presión que ejercen los
servicios que demandan las ciudades; 2.- El deterioro físico de nuestras
tierras de cultivo por los procesos de ensalitramiento, la pérdida de la capa
arable de los suelos, que ha llevado a una preocupante erosión edáfica, la
pérdida de la fertilidad de los suelos y su contaminación, por los excesos de
fertilizantes y plaguicidas que se aplican, etcétera; 3.- La pérdida de mucho
del germoplasma importante para nichos específicos, que celosamente guardaban
los campesinos y que los estudiosos le han denominado erosión genética. Dicha
pérdida se debe, entre otras causas, al reemplazo de las variedades locales por
variedades introducidas, o bien por el forzado cambio de cultivos (proceso
llamado también reconversión de cultivos), o a los fenómenos climáticos
extremos como huracanes, que han llevado a la pérdida total de plantaciones y
por ende a la pérdida de germoplasma madre u original; 4.- A problemas
estructurales de diversa naturaleza que no responden con la funcionalidad
deseada; y 5.- Falta de claridad para valorar la cultura agrícola de los
campesinos que atendían la producción de alimentos en el campo mexicano por lo
menos en los últimos 60 años, y que ha llevado a nuestro país a reducir de
manera significativa el número de productores poseedores del conocimiento
milenario que les heredaron sus antepasados y que fueron los que dieron a
México el calificativo de ser un país con grupos humanos con un gran
conocimiento de su flora; hecho que es requisito fundamental para entender y
manejar el proceso de la domesticación de las plantas que cultivamos y que son
el sustento de la sociedad. Además de lo señalado en el párrafo anterior para el sector
agrícola, en años recientes se ha mencionado de manera insistente, en todos los
medios, que debemos estar atentos a una nueva variable que es llamada cambio
climático. Se anota además que esta amenaza es producto de las actividades
humanas que generan niveles elevados de bióxido de carbono, gas que favorece el
llamado efecto invernadero, que trae como consecuencia incrementos de
temperatura y que es, a su vez, responsable de la mayoría de los cambios que se
aprecian. Se dice, por ejemplo, que el calentamiento del mar tropical
se correlaciona con el incremento de huracanes, así como con su fuerza, y que
variaciones de temperatura del mar afectan significativamente a los arrecifes
coralinos. Se ha documentado que el cambio climático tiene efectos en los
ecosistemas, tales como: cambios en la geodistribución de los organismos, el
colapso de poblaciones o extinciones locales, alteraciones en las migraciones
de animales, cambios en las respuestas estacionales de las actividades
biológicas, etcétera. Seguramente los sistemas agrícolas se verán afectados por
dicho cambio. Las alteraciones de temperatura a nivel de los organismos
que integran el mundo agrícola afectarán su comportamiento, crecimiento,
reproducción, competitividad, etcétera. Como sabemos, los organismos se
desarrollan en un intervalo de temperatura dentro del cual coordinan sus
procesos a nivel molecular, celular y sistémico. Para la agricultura, los organismos del futuro, ante la
amenaza del cambio climático, serán aquellos que posean una amplia plasticidad,
favoreciendo a los organismos con ciclos de reproducción cortos. La adaptación
y mitigación en los sistemas agrícolas será ciertamente complejo de lograr. Pero surge entonces la pregunta que hay que hacer al sector
agrícola del país, ¿qué tan novedoso resulta el llamado cambio climático? La
respuesta es que para el campesino y el productor mexicano no es novedad que el
clima esté cambiando. Lo ha venido notando y lo ha mencionado desde hace muchos
años. Señala que han variado algunos valores dentro de su riqueza cultural,
como por ejemplo la desaparición de sistemas de producción como el llamado maíz
marceño, que era aquel que en el altiplano se sembraba durante el mes de marzo,
y ya para los meses de julio o agosto tenía mazorcas, aportando así el sustento
alimenticio. También ha notado que el popular dicho que se pregonaba el
15 de mayo “San Isidro labrador, quita el agua y pon el sol”, no
tiene sentido, pues el retraso de las lluvias es evidente y lo que existe en el
mes de mayo es preferentemente falta de lluvia, según nuestros registros. El presente año, según los productores, empieza mal. Las
cabañuelas no arrojan la información que permitiera hacer un plan agrícola
anual. No ha llovido durante los primeros doce días del año, y la tradición
señala que esos días eran una muestra representativa de cómo se comportarían
las condiciones climáticas del año que inicia. De ser cierto, tendremos un año
seco o con distribución de lluvias irregular. Veremos qué pasa y revisaremos la
sabiduría agrícola tradicional a final del año en curso. El productor mexicano está perfectamente consciente y de
acuerdo en que, efectivamente, las actividades humanas han favorecido cambios
notables en los patrones agrícolas, y que ahora se están integrando al llamado
cambio climático convencional. Él sabe, y seguramente puede resumir en tres
grandes conglomerados, las causales más importantes que han propiciado los
cambios más evidentes y en los que él mismo ha participado en mayor o menor
grado; éstos son: 1.-La pérdida de masas forestales: durante algunas décadas
se ha señalado este punto, como una constante. La Semarnat, desde su fundación,
ha estado haciendo anotaciones sobre el punto y en los últimos meses se ha
señalado que se pierden alrededor de 700 mil hectáreas por año, por talas, por
incendios, por el cambio de uso del suelo y por la expansión de la masa urbana.
En resumen, se ha señalado que se ha perdido cerca de 50% del total de las
masas forestales que originalmente existían en nuestro país y que en los
últimos 50 años se han perdido 40 millones de hectáreas. En este sentido habría
que recordar que se establecieron políticas gubernamentales de desmonte, como
ocurrió en el estado de Tabasco. 2.- La erosión de las tierras y reducción de la tierra
arable: ésta es una de las grandes pérdidas que difícilmente se pueden
restaurar en el corto plazo. La formación del suelo es uno de los procesos
geológicos más lentos que existen. Se estima que en nuestro país existen de 3.- La contaminación de los mantos acuíferos y de los ríos,
según reportes oficiales, es superior al 70%. Recordemos que del total del agua
que se usa en el país, el 75% es para El productor del siglo XXI sabe que está desarrollando
agricultura en un medio que se ha alterado notablemente, y que de seguir el
mismo patrón, pronto tendrá una agricultura cada vez más pauperizada, amén de
la nueva amenaza del cambio climático. La reducción de las alteraciones señaladas que hemos venido
provocando es una tarea urgente de atender con una buena educación ambiental
que hay que iniciar a nivel de localidades productoras, a Se debe mantener un programa agresivo e inteligente de
restauración de las masas forestales, y de reducción de contaminación agrícola
de suelos y acuíferos. Es importante establecer una planeación agrícola que
reduzca la erosión genética y edáfica, para mitigar la producción de alimentos
en nuestro país. Atender las causas que provocan el cambio climático como ha
sido definido, debe ser un proyecto diferente paralelo al señalado
anteriormente y se puede enfrentar con un modelo nacional que debería iniciarse
preferentemente en las zonas urbanas del país, en donde el consumo de energía
fósil es inmenso. *Miembro del Consejo Consultivo de
Ciencias de la Presidencia de la República (CCC) *Presidente del Parque
Científico-Tecnológico Yucatán e Investigador del Centro de Investigación
Científica de Yucatán, A.C. (CYCI) consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx |