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CCC.-Artículo del Dr. Alfonso Larque S.



Title: Xxxxxx

DR. WOLF LUIS MOCHAN BACKAL

CENTRO DE CIENCIAS FISICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

Presente

 

Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo escrito por nuestro consejero Dr. Alfonso Larqué Saavedra, titulado “El cambio climático en la agricultura mexicana”, publicado el día de hoy en la sección Opinión del periódico La Crónica de Hoy.

 

Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo.

 

Atentamente,

 

Lic. Luz Elena Cabrera C.

Secretaria Ejecutiva Adjunta

 

Consejo Consultivo de Ciencias de la

Presidencia de la República (CCC)

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Alfonso Larqué Saavedra* | Opinión

Miércoles 18 de Febrero, 2009 | Hora de modificación: 00:49

El cambio climático en la agricultura mexicana

Es un hecho que en las últimas décadas el país ha estado perdiendo la capacidad de producción de alimentos de origen vegetal, que se debe entre otros factores a: 1.- La reducción de nuestras mejores tierras de cultivo, cediéndolas a la galopante urbanización y a la presión que ejercen los servicios que demandan las ciudades; 2.- El deterioro físico de nuestras tierras de cultivo por los procesos de ensalitramiento, la pérdida de la capa arable de los suelos, que ha llevado a una preocupante erosión edáfica, la pérdida de la fertilidad de los suelos y su contaminación, por los excesos de fertilizantes y plaguicidas que se aplican, etcétera; 3.- La pérdida de mucho del germoplasma importante para nichos específicos, que celosamente guardaban los campesinos y que los estudiosos le han denominado erosión genética. Dicha pérdida se debe, entre otras causas, al reemplazo de las variedades locales por variedades introducidas, o bien por el forzado cambio de cultivos (proceso llamado también reconversión de cultivos), o a los fenómenos climáticos extremos como huracanes, que han llevado a la pérdida total de plantaciones y por ende a la pérdida de germoplasma madre u original; 4.- A problemas estructurales de diversa naturaleza que no responden con la funcionalidad deseada; y 5.- Falta de claridad para valorar la cultura agrícola de los campesinos que atendían la producción de alimentos en el campo mexicano por lo menos en los últimos 60 años, y que ha llevado a nuestro país a reducir de manera significativa el número de productores poseedores del conocimiento milenario que les heredaron sus antepasados y que fueron los que dieron a México el calificativo de ser un país con grupos humanos con un gran conocimiento de su flora; hecho que es requisito fundamental para entender y manejar el proceso de la domesticación de las plantas que cultivamos y que son el sustento de la sociedad.

Además de lo señalado en el párrafo anterior para el sector agrícola, en años recientes se ha mencionado de manera insistente, en todos los medios, que debemos estar atentos a una nueva variable que es llamada cambio climático. Se anota además que esta amenaza es producto de las actividades humanas que generan niveles elevados de bióxido de carbono, gas que favorece el llamado efecto invernadero, que trae como consecuencia incrementos de temperatura y que es, a su vez, responsable de la mayoría de los cambios que se aprecian.

Se dice, por ejemplo, que el calentamiento del mar tropical se correlaciona con el incremento de huracanes, así como con su fuerza, y que variaciones de temperatura del mar afectan significativamente a los arrecifes coralinos. Se ha documentado que el cambio climático tiene efectos en los ecosistemas, tales como: cambios en la geodistribución de los organismos, el colapso de poblaciones o extinciones locales, alteraciones en las migraciones de animales, cambios en las respuestas estacionales de las actividades biológicas, etcétera. Seguramente los sistemas agrícolas se verán afectados por dicho cambio.

Las alteraciones de temperatura a nivel de los organismos que integran el mundo agrícola afectarán su comportamiento, crecimiento, reproducción, competitividad, etcétera. Como sabemos, los organismos se desarrollan en un intervalo de temperatura dentro del cual coordinan sus procesos a nivel molecular, celular y sistémico.

Para la agricultura, los organismos del futuro, ante la amenaza del cambio climático, serán aquellos que posean una amplia plasticidad, favoreciendo a los organismos con ciclos de reproducción cortos. La adaptación y mitigación en los sistemas agrícolas será ciertamente complejo de lograr.

Pero surge entonces la pregunta que hay que hacer al sector agrícola del país, ¿qué tan novedoso resulta el llamado cambio climático? La respuesta es que para el campesino y el productor mexicano no es novedad que el clima esté cambiando. Lo ha venido notando y lo ha mencionado desde hace muchos años. Señala que han variado algunos valores dentro de su riqueza cultural, como por ejemplo la desaparición de sistemas de producción como el llamado maíz marceño, que era aquel que en el altiplano se sembraba durante el mes de marzo, y ya para los meses de julio o agosto tenía mazorcas, aportando así el sustento alimenticio.

También ha notado que el popular dicho que se pregonaba el 15 de mayo “San Isidro labrador, quita el agua y pon el sol”, no tiene sentido, pues el retraso de las lluvias es evidente y lo que existe en el mes de mayo es preferentemente falta de lluvia, según nuestros registros.

El presente año, según los productores, empieza mal. Las cabañuelas no arrojan la información que permitiera hacer un plan agrícola anual. No ha llovido durante los primeros doce días del año, y la tradición señala que esos días eran una muestra representativa de cómo se comportarían las condiciones climáticas del año que inicia. De ser cierto, tendremos un año seco o con distribución de lluvias irregular. Veremos qué pasa y revisaremos la sabiduría agrícola tradicional a final del año en curso.

El productor mexicano está perfectamente consciente y de acuerdo en que, efectivamente, las actividades humanas han favorecido cambios notables en los patrones agrícolas, y que ahora se están integrando al llamado cambio climático convencional. Él sabe, y seguramente puede resumir en tres grandes conglomerados, las causales más importantes que han propiciado los cambios más evidentes y en los que él mismo ha participado en mayor o menor grado; éstos son:

1.-La pérdida de masas forestales: durante algunas décadas se ha señalado este punto, como una constante. La Semarnat, desde su fundación, ha estado haciendo anotaciones sobre el punto y en los últimos meses se ha señalado que se pierden alrededor de 700 mil hectáreas por año, por talas, por incendios, por el cambio de uso del suelo y por la expansión de la masa urbana. En resumen, se ha señalado que se ha perdido cerca de 50% del total de las masas forestales que originalmente existían en nuestro país y que en los últimos 50 años se han perdido 40 millones de hectáreas. En este sentido habría que recordar que se establecieron políticas gubernamentales de desmonte, como ocurrió en el estado de Tabasco.

2.- La erosión de las tierras y reducción de la tierra arable: ésta es una de las grandes pérdidas que difícilmente se pueden restaurar en el corto plazo. La formación del suelo es uno de los procesos geológicos más lentos que existen. Se estima que en nuestro país existen de 130 a 170 millones de hectáreas en condiciones de erosión y que de las 6.22 millones de hectáreas de agricultura bajo riego, por lo menos 470 mil ya están ensalitradas, por el mal manejo agrícola.

3.- La contaminación de los mantos acuíferos y de los ríos, según reportes oficiales, es superior al 70%. Recordemos que del total del agua que se usa en el país, el 75% es para la agricultura. No es difícil pensar que esa agua que se usa para la agricultura está contaminada con todo tipo de productos que van desde plomo hasta detergentes, pesticidas, etcétera. Así es que tenemos por lo tanto suelos contaminados.

El productor del siglo XXI sabe que está desarrollando agricultura en un medio que se ha alterado notablemente, y que de seguir el mismo patrón, pronto tendrá una agricultura cada vez más pauperizada, amén de la nueva amenaza del cambio climático.

La reducción de las alteraciones señaladas que hemos venido provocando es una tarea urgente de atender con una buena educación ambiental que hay que iniciar a nivel de localidades productoras, a la brevedad. No puede aplicar un solo modelo de educación a nivel nacional en un país que, como México, tiene características fisiográficas tan diferentes para cada cuenca.

Se debe mantener un programa agresivo e inteligente de restauración de las masas forestales, y de reducción de contaminación agrícola de suelos y acuíferos. Es importante establecer una planeación agrícola que reduzca la erosión genética y edáfica, para mitigar la producción de alimentos en nuestro país.

Atender las causas que provocan el cambio climático como ha sido definido, debe ser un proyecto diferente paralelo al señalado anteriormente y se puede enfrentar con un modelo nacional que debería iniciarse preferentemente en las zonas urbanas del país, en donde el consumo de energía fósil es inmenso.

*Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República (CCC)

*Presidente del Parque Científico-Tecnológico Yucatán e Investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán, A.C. (CYCI)

consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx