DR. WOLF LUIS MOCHAN
BACKAL CENTRO DE CIENCIAS
FISICAS UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE
MEXICO Presente Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo
escrito por nuestra consejera Dra. Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo. Atentamente, Lic. Luz Elena Cabrera C. Secretaria Ejecutiva Adjunta Consejo Consultivo de
Ciencias de la Presidencia de la
República (CCC) San Francisco No. 1626-305 Col. Del Valle Delegación Benito Juárez 03100 México, D.F. Teléfonos (52 55) 5524-4558, 5524-9009
y 5534-2112 Juliana González** | Opinión Miércoles
11 de Marzo, 2009 | Hora de modificación: 04:00 El emeritazgo del Sistema Nacional de Investigadores¹ A
diferencia de lo que pueda ser en otras partes del mundo, el emeritazgo en
nuestras instituciones no conlleva una necesaria jubilación o retiro de las
actividades académicas de investigación y docencia. Representa, por lo general,
un nuevo estímulo y un nuevo punto de partida para proseguir la marcha, desde
este otro estatus, desde esta otra edad biológica y académica, de mayor
cumplimiento y “madurez”, y con ello de mayor responsabilidad. Esta
culminación como eméritos del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) es eso, una culminación, pero no un término o un final.
Y no lo es por la simple razón de que la tarea de investigar forma parte de
nuestra vida, constituye de hecho una forma de
vida. Es esencialmente una vocación,
antes que una mera actividad profesional o un trabajo. La investigación, que en
griego se dice cetosis y
significa búsqueda, tiene en sí
su propio móvil y razón de ser, lo que la hace interminable por definición. Lo que
sí termina –relativamente– con el emeritazgo es la evaluación
periódica, inherente al SNI mismo. Concluye ese largo periodo –parte muy
considerable de nuestras vidas– en que cada tres años tuvimos que rendir
cuentas del trabajo realizado, pasando por el dictamen de nuestros pares. Nos
hemos liberado ya de esa especie de “espada de Damocles”
–valga la exageración– que pendía sobre nuestras cabezas, cada vez
que llegaba la dead line del
informe. Nuestra situación como eméritos es, en efecto, privilegiada, no sólo
por el prestigioso estatus académico que conlleva, sino por la liberación del
carácter obligatorio de nuestras actividades, más acorde con la posible mengua
de energías, aunque no del entusiasmo ni del compromiso. Entre
los cometidos principales del SNI ha estado esa doble y concomitante misión: la
de ser, por un lado, un incentivo que coadyuve a los investigadores nacionales
a alcanzar las posiciones de excelencia, liderazgo y vanguardia en la
producción científica, humanística y tecnológica que se realiza en México, y,
por el otro, que coadyuve hacia la integración de éstos en el ámbito nacional y
su incorporación activa al ámbito internacional. En efecto, el SNI constituye
un “Sistema Nacional” en la medida en que, contando con la pertenencia
de sus miembros a diversas universidades e instituciones académicas del país,
las abarca y unifica a nivel nacional dentro de los mismos objetivos y
criterios. Y éstos, a su vez, hacen propios los parámetros internacionales que
privan en las distintas áreas y disciplinas. Se persigue ciertamente la
internacionalización del quehacer del investigador, intrínseco a su propia
cientificidad. Llama
la atención el hecho de que ya por 1982, cuando empieza a cobrar realidad la
creación de un Sistema Nacional de Investigadores, éste sea planteado como una
respuesta urgente a la crisis económica por la que entonces atravesaba el país,
amenazando la existencia misma de Y
desde sus orígenes, el SNI se ha configurado para atender tanto a las áreas de
las ciencias exactas y naturales como a las humanas y sociales, y se ha podido
ampliar a las ingenierías y las tecnologías, e incluso a desdoblarse para haber
dado lugar al Sistema Nacional de Creadores. Es
esta pluralidad, esta visión holística
(que en realidad se hace eco de la multiplicidad disciplinaria que ha
prevalecido en la UNAM y en otras de nuestras universidades), es esta visión
aquello que, precisamente en la crisis del presente y del previsible porvenir,
hay que preservar e incluso mejorar. Porque hoy la amenaza está puesta en la necesidad de que sólo sean atendibles las necesidades, valga No
se trata, por supuesto, de desconocer la urgencia y la obligación política,
profesional, educativa, ética incluso, de atender a la generación de riqueza
material, más aun en los momentos de crisis, como tampoco es cosa de minimizar
las excelencias y la adquisición irrenunciable de las creaciones tecnológicas.
Se trata de equilibrio, de atender a un desarrollo simultáneo. Pues nada
justifica que con la evidente urgencia de atender a la generación de productos
de utilidad, bienes económicos y de servicio se abandone el apoyo a las
ciencias, a la cultura, a la educación superior, y sobrevenga entonces la
crisis y el empobrecimiento de éstas, con las graves consecuencias de barbarie
que ello traería consigo. Por
otra parte, es evidente que uno de los ejes del SNI es el de los criterios de evaluación,
de los parámetros que orientan tanto el trabajo de los investigadores como el
de las comisiones evaluadoras, pues junto con los estándares generales se
requiere el juicio de los pares y el análisis conjunto de cada caso para
acercarse a la mayor objetividad y justicia posibles, cuestión ésta que, como
es natural, ha sido un punto neurálgico del Sistema. Y es
insoslayable que a lo largo de los años el SNI ha sido objeto de diversas
críticas, dignas de mayor o menor consideración. Pero también es obligado
reconocer que el Sistema se ha ido transformando y creo yo que perfeccionando,
aunque esto no implique que no siga abierto a crítica y a nuevas
modificaciones. La diversidad de áreas ha traído consigo un
considerable número de dificultades para la justa evaluación de los
investigadores de las diferentes disciplinas. Hablando desde el área
humanística –que es la que me corresponde–, éste ha sido un
relevante problema que por fortuna con los años –y con el reclamo de su
especificidad– se ha venido resolviendo. Concretamente, la significación
eminentemente cualitativa de la
investigación en humanidades lleva a la consecuente imposibilidad de expresar
sus productos y actividades en términos cuantitativos. No son operantes para
nuestras disciplinas los criterios del Citation
Index. A veces, inclusive, el éxito cuantitativo que llegan a tener
algunas obras de nuestras áreas tiene más valor ideológico o coyuntural que
científico o rigurosamente académico. Y tampoco son válidos en las disciplinas
humanísticas los criterios de la prioridad del artículo
indexado sobre el libro, mismo
que en su mayoría es resultado de la investigación como tal y no de mera
difusión o divulgación. Por
sus propias funciones, el SNI conlleva riesgos y peligros que con frecuencia
han sido advertidos y denunciados y que abordaré en la segunda entrega de este
artículo. **Profesora emérita de **Directora del Seminario de Investigación de Ética y de
Bioética de la UNAM **Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la
Presidencia de la República (CCC) 1
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