DR.
WOLF LUIS MOCHAN BACKAL INSTITUTO
DE CIENCIAS FISICAS UNIVERSIDAD
NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO Presente Adjunto
al presente mensaje me permito hacerle llegar el artículo escrito por el
Consejero, Dr. Alfonso Larqué Saavedra, titulado, titulado, “Propuesta
de un sistema forestal productor de semillas para reducir la importación de
granos”, publicado el día de hoy en la sección Opinión del periódico
La Crónica de Hoy. Aprovecho
la ocasión para mandarle un cordial saludo. Atentamente, Dr.
Rigoberto Aranda Reyes Secretario
de Comunicación Consejo
Consultivo de Ciencias de la Presidencia
de la República (CCC) San
Francisco No. 1626-305 Col.
Del Valle Delegación
Benito Juárez 03100
México, D.F. Teléfonos (52
55) 5524-4558, 5524-9009 y 5534-2112 Propuesta de un sistema forestal productor de semillas
para reducir la importación de granos Es difícil aceptar que México sea
deficitario en la producción de granos para la alimentación. Este país es
reconocido mundialmente por ser uno de los centros de origen de la agricultura,
además por ser el sitio en donde se realizó la llamada “revolución
verde”, que dio al mundo una opción para mitigar el problema del hambre y
que motivó que se otorgara a un científico el premio Nobel de la Paz. En México
existe la experiencia milenaria de saber hacer agricultura y además tenemos un
país con una megabiodiversidad por demás reconocida en la que se incluyen
organismos de importancia en la alimentación. Los expertos que fundamentalmente
están en las instituciones académicas tienen que hacer un análisis cuidadoso
sobre la producción de granos para explicar por qué nuestro país ha alcanzado
niveles de dependencia elevados, que según lo señalado en la Cámara de
Senadores es de 95% en soya, 30% en maíz, 78% en arroz, y 50% en trigo. En agricultura es conocido el
principio básico que señala “con agua, tierra y tractor cualquiera es
agricultor” y que es por supuesto válido en todo el mundo. Refiramos lo
anterior, a lo que en nuestro país ocurrió en los últimos meses y que se debió
al llamado cambio climático, que propició que se siniestraran —según los
voceros autorizados— 600 mil hectáreas de maíz, 300 mil de sorgo, 200 mil
de frijol y 100 mil de trigo, lo que agudizará seguramente la importación de
granos. Debemos anotar que dichas plantaciones localizadas en el norte del país
poseían, además de la semilla, esos tres grandes componentes y por supuesto que
había capital. La respuesta oficial a lo ocurrido fue sencilla y directa: hay
que voltear lo siniestrado y volvamos a sembrar, inyectando capital que compre
semilla y fertilizante y que las máquinas sembradoras trabajen. Éste es el
modelo de agricultura intensiva de altos insumos y que no es el interés del
presente escrito analizar. Recordemos que la agricultura es,
en el más amplio contexto, tecnología para la producción de alimentos, sean del
mar o la tierra. En la actualidad esas tecnologías las tienen que generar,
probar y cotejar permanentemente las instituciones de investigación y
académicas comprometidas con el ramo, porque ésa es su función y para eso
fueron creadas. Ellas son las responsables de innovar para hacer los ajustes
necesarios y hacer sustentables el o los modelos de producción de alimentos,
antes de ser transferidas al sector productivo. Pero habrá que preguntarse ante
el escenario de tener que importar granos si existen propuestas alternativas o
complementarias para atender dicha demanda, que se puedan probar para ser
incorporadas y reducir importaciones. Es en este sentido que proponemos
utilizar un modelo amigable al ambiente y menos demandante de altos insumos
agrícolas, que consiste en incorporar la cosecha de semillas del Ramón
(Brosimum alicastrum), que es un árbol perenne, para complementar la demanda de
granos. Desde un punto de vista botánico, sabemos que este árbol crece
fundamentalmente en Mesoamérica, que se desarrolla en diferentes ecosistemas,
abunda en las selvas medianas y altas, y que proporciona alimento a la fauna
silvestre. La propuesta está basada en
aprovechar un sistema utilizado por los mayas desde tiempos ancestrales, que
complementaban la cosecha del maíz con las semillas de Ramón, como lo refiere
la literatura especializada en artículos publicados en la revista Science,
entre otras, y en las que se hace alusión al uso de dicha semilla para la
alimentación. Se ha constatado la abundancia de este árbol en las zonas
arqueológicas y se resalta que en la actualidad, en gran parte de los
traspatios de las casas mayas, existen de 1 a 6 árboles de Ramón. Del análisis
realizado sobre la veracidad del uso de este árbol por la población peninsular
del sureste mexicano, se señala que en los últimos 100 años, éste es un árbol
multiusos (Brosimum quiere decir alimento) que su follaje es forraje y las
semillas son utilizadas en mezclas con maíz para hacer tortillas o consumido
como golosina, entre otros muchos referentes en la alimentación. Los informes del Instituto
Nacional de la Nutrición de México, desde los años 50, y los análisis en
laboratorios de Estados Unidos en años recientes, confirman que la calidad de
la harina de la semilla del Ramón es alta comparada con harinas de otras
gramíneas. En la actualidad existe una ONG de Estados Unidos que está
promoviendo, con grupos de mujeres campesinas en Centroamérica y recientemente
en algunas comunidades de México, el retomar el conocimiento ancestral del
consumo de la semilla, preparando con su harina mezcladas con harinas de otros
cereales, la elaboración de pan, galletas, etcétera. En el sector pecuario todos
declaran saber del Ramón y de sus bondades y señalan que existen publicaciones
especializadas que han hecho sobre dietas con la semilla o con el follaje de
este árbol. Dada esta amplia aceptación de las bondades del Ramón —que
todos conocen— es oportuno y urgente trabajarlo y aprender su manejo agro
silvícola, para incorporarlo por lo menos a este sector y desarrollar la
ingeniería básica para integrarlo a la agroindustria de alimentos balanceados,
que se verá afectada significativamente por los precios de los granos en el
futuro cercano, debido a su escasez. A pesar de que la información de la
bioproductividad de este árbol es dispersa y poco consistente, se estima que
podría producir de 40 a 70 toneladas de semillas por hectárea por año, cantidad
superior a lo que produce cualquier gramínea en sistemas intensivos. La abundancia de árboles de Ramón
en el sureste del país es suficiente para iniciar la cruzada para la
incorporación del modelo de árboles perennes al de plantas anuales en la
producción de alimentos en su más amplio contexto. En este momento, la cosecha
de la semilla sería la tarea a desarrollar, conjuntamente con un poco de
ingeniería para su almacenamiento, como sucede con cualquier otra gramínea. La
recolección la podrían hacer, aunque no exclusivamente, las familias de
comunidades campesinas, ya que en sus localidades es donde, al momento, se
encuentran las poblaciones del Ramón y que al recibir un pago justo por dicha
tarea podrían verse favorecidos en su economía que, como todos sabemos, es
marginal. De manera simultánea habrá que favorecer el establecimiento de nuevas
plantaciones. En el caso de Yucatán, por ejemplo, donde no hay suelo para
desarrollar la agricultura intensiva, el modelo de producción a partir del
Ramón, por los servicios ambientales que ofrece, sería altamente deseable. La presente propuesta, que
consideramos factible de implementarse para integrarla como un nuevo sistema
agrícola con potencial agroindustrial, parte de la riqueza de la biodiversidad
de México y de la experiencia de los que inventaron la agricultura y que,
seguramente, ayudaría a mitigar la amenaza de mayores importaciones de granos. * Miembro del Consejo Consultivo
de Ciencias TWAS (The Academy of Sciences for
the developing World), Agricultural Sciences, 2010 Academia Mexicana de Ciencias,
Coordinador Agronomía. consejo_consultivo_de_ciencias@xxxxxxxxxx |