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CCC - Artículo del Dr. Adolfo Martínez Palomo



Title: Xxxxxx

DR. WOLF LUIS MOCHAN BACKAL

INSTITUTO DE CIENCIAS FISICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

Presente

 

Adjunto al presente mensaje me permito hacerle llegar el artículo escrito por el consejero Dr. Adolfo Martínez Palomo, titulado, “Cinvestav: Una oportunidad para el futuro”, publicado el día de hoy en la sección Opinión del periódico La Crónica de Hoy.

Aprovecho la ocasión para mandarle un cordial saludo.

 

Atentamente,

 

Dr. Rigoberto Aranda Reyes

Secretario Ejecutivo Adjunto

 

Consejo Consultivo de Ciencias de la

Presidencia de la República

 

San Francisco No. 1626-305

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Adolfo Martínez Palomo | Opinión  2011-07-20 |

 

 

 

 

Cinvestav: una oportunidad para el futuro

 

 

El 17 de abril de 1961 el presidente Adolfo López Mateos firmó el decreto de creación del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav). Al mismo tiempo que el doctor Arturo Rosenblueth era nombrado el primer director del Cinvestav y el secretario de Educación Jaime Torres Bodet definía los valores que debería cultivar nuestro sistema educativo, valores siempre vigentes, sobre todo en los días difíciles que vivimos actualmente:

 

“Pensamos en el tipo de mexicano que habremos de preparar en nuestros planteles: un mexicano en quien la enseñanza estimule la diversidad de las facultades del hombre: de comprensión, sensibilidad, carácter, imaginación y creación, dispuesto a la prueba moral de la democracia, interesado en el progreso del país, apto para percibir sus necesidades y capaz de contribuir a satisfacerlas… resuelto a afianzar la independencia política y económica de la patria, no con meras afirmaciones verbales de su patriotismo, sino con su trabajo, su energía, su competencia técnica, su espíritu de justicia y su ayuda cotidiana y honesta a la acción de sus compatriotas. Un mexicano, en fin, que sepa ofrecer un concurso auténtico a la obra colectiva de paz para todos y de libertad para cada uno”.

 

Al referirse al sistema de educación superior, el secretario de Educación Torres Bodet dijo: “Porque la ciencia es incontenible conviene que los institutos superiores no descuiden jamás su función rectora, en lo social, lo moral y lo cultural. Al fomento de las fuerzas de la transformación que la ciencia permite han de ser agregar el cultivo de los valores espirituales de ciudadanía responsable y de acrisolada rectitud ética. La juventud necesita un aliento digno de los ideales de verdad y de libertad. Casa de estudios, sí. Casa de inteligencia, innegablemente. Pero al mismo tiempo, casa de solidaridad social en cuyos recintos aprenda el hombre a comprender su destino propio y a servir el de todos sus semejantes.

Casas, por consiguiente, de paz activa, donde se formen buenos investigadores y buenos especialistas, pero sin olvidar que al mejor especialista y al más atrevido investigador los completa siempre y los perfecciona el sentido humano de la justicia en las relaciones sociales que sus trabajos pueden y deben favorecer”.

 

Recordemos algunas palabras del doctor Rosenblueth al inaugurar el Centro: “Este acto de inauguración corona relevantemente el final de la primera y más importante etapa en la elaboración de este Centro, la de la gestación. Creemos que el organismo es sano y exento de vicios congénitos. Esperaremos, por lo tanto, que su crecimiento y desarrollo sean exuberantes”.

Cincuenta años después podemos asegurar que la producción del Centro ha sido exuberante, es decir, abundante y copiosa. En los dos primeros años, la investigación se realizaba en sólo cinco departamentos: fisiología, matemáticas, física, bioquímica e ingeniería, con un total de 16 profesores de planta. En esos dos primeros años se produjeron 11 publicaciones y se graduaron seis maestros en ciencias (dos en fisiología y cuatro en matemáticas) y un doctor (en matemáticas). Frente a esos seis graduados del periodo inicial, el Cinvestav ha formado, hasta junio del presente año, 6181 maestros en ciencias y 2388 doctores en ciencias.

 

La celebración de los primeros cincuenta años del Cinvestav podría representar ocasión para realizar un lánguido recordatorio del pasado. En vez de ello, debe ser oportunidad para analizar con optimismo el presente de la institución y para elevar con decisión las miras de la pertinencia de nuestro trabajo futuro. Dichas normas tienen como base la premisa fundamental que ha alentado y seguirá alentando el trabajo académico del Centro: me refiero al patrimonio más sutil, pero sin duda el más valioso con el que contamos: la libertad de cátedra.

 

Esta conmemoración debe servir como un reconocimiento a los que nos precedieron y, al mismo tiempo, como un compromiso de todos los miembros del Centro por continuar en el camino del rigor y la autocrítica, dejando de lado los peligros de contagio de tres vicios frecuentes en el medio de la educación superior: la autocomplacencia, la endogamia y la politización partidista.

El Cinvestav no nació solo. La situación política y económica del México de mediados del siglo pasado permitió el surgimiento de nuestro actual sistema científico y tecnológico, con la aparición de los primeros centros de investigación en el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, los Institutos Nacionales de Salud, El Colegio de México y El Colegio Nacional, entre otros.

 

Por esos años, los planes para el desarrollo del sistema incluían dos premisas básicas: La primera era: “La ciencia y la tecnología, impulsadas con realismo y en forma equilibrada, e incorporadas con propiedad a los aspectos políticos, sociales, económicos y culturales de la nación, permitirán fijar las bases que aseguren su independencia económica y su participación equitativa a nivel regional o internacional, así como el aceleramiento del desarrollo del país con su contenido consustancial de libertad individual y de bienestar colectivo”.

 

La segunda fue: “Lo esencial y decisivo será siempre el saber encauzar con acierto el impulso de un pueblo, induciéndolo a una actitud dinámica, despertando y activando en él una creciente y noble ambición por el progreso pacífico, por una mayor autosuficiencia, por un conocimiento más pleno de su realidad y un mejor control y aprovechamiento de ésta para su propio beneficio”.

 

Valdrá la pena hacer un estudio profesional que analice la trayectoria ascendente del Cinvestav a lo largo de cinco décadas y determine los factores que han permitido la continuidad de sus principios básicos. Como es evidente, son muchas las personas que han intervenido positivamente a lo largo de estos años, empezando por los investigadores, los alumnos y los trabajadores del Centro. Poco conocida fue la excepcional y, al mismo tiempo, discreta actuación del doctor José Adem (q.e.p.d.) como asesor de la Dirección General a lo largo de varias décadas. Discreto, e igualmente efectivo, fue el interés mostrado a lo largo de muchos años por el Ingeniero Gilberto Borja Navarrete (q.e.p.d.) como miembro de la Junta de Gobierno, tal como lo ha sido y sigue siendo el útil y desinteresado apoyo del licenciado Jorge Kahwagi Gastine en esa Junta de Gobierno.

 

El interés personal de varios secretarios de Educación Pública ha sido igualmente decisivo para el buen funcionamiento de la institución. Más allá de sus responsabilidades como cabezas de sector y como presidentes de su Junta de Gobierno, el Cinvestav se ha beneficiado del interés personal de Fernando Solana, Fausto Alzati, Miguel Limón Rojas, Reyes Tamés Guerra, Josefina Vázquez Mota y Alonso Lujambio. Quedan por revisar, por otros, los aciertos (si es que los ha habido) de los miembros del Cinvestav que hemos tenido la responsabilidad de asumir la dirección general, después de la administración del doctor Rosenblueth.

 

Aceptamos que todavía estamos muy lejos, como sistema y como institución, de haber logrado alcanzar los propósitos esbozados en los albores del Centro: incorporar a la ciencia y la tecnología como parte fundamental de la cultura de nuestra sociedad. En lograrlo deberá cifrar sus empeños futuros nuestro sistema de ciencia y tecnología y nuestra institución.

 

Mientras tanto, tuvo buena razón la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico al concluir, luego de analizar el derrotero de nuestro sitio de trabajo: “El Cinvestav demuestra que México puede tener instituciones de educación y de investigación de clase mundial”.

Nada más, pero también, nada menos.

 

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