DR.
WOLF LUIS MOCHAN BACKAL INSTITUTO
DE CIENCIAS FISICAS UNIVERSIDAD
NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO Presente Adjunto
al presente mensaje me permito hacerle llegar el artículo escrito por el
consejero Dr. Adolfo Martínez Palomo, titulado, “Cinvestav: Una
oportunidad para el futuro”, publicado el día de hoy en la sección
Opinión del periódico La Crónica de Hoy. Aprovecho
la ocasión para mandarle un cordial saludo. Atentamente, Dr.
Rigoberto Aranda Reyes Secretario
Ejecutivo Adjunto Consejo
Consultivo de Ciencias de la Presidencia
de la República San
Francisco No. 1626-305 Col.
Del Valle Delegación
Benito Juárez 03100
México, D.F. Teléfonos (52
55) 5524-4558, 5524-9009 y 5534-2112 Adolfo Martínez
Palomo | Opinión 2011-07-20 | Cinvestav:
una oportunidad para el futuro El 17 de abril de
1961 el presidente Adolfo López Mateos firmó el decreto de creación del Centro
de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional
(Cinvestav). Al mismo tiempo que el doctor Arturo Rosenblueth era nombrado el
primer director del Cinvestav y el secretario de Educación Jaime Torres Bodet
definía los valores que debería cultivar nuestro sistema educativo, valores
siempre vigentes, sobre todo en los días difíciles que vivimos actualmente: “Pensamos en
el tipo de mexicano que habremos de preparar en nuestros planteles: un mexicano
en quien la enseñanza estimule la diversidad de las facultades del hombre: de
comprensión, sensibilidad, carácter, imaginación y creación, dispuesto a la
prueba moral de la democracia, interesado en el progreso del país, apto para
percibir sus necesidades y capaz de contribuir a satisfacerlas… resuelto
a afianzar la independencia política y económica de la patria, no con meras
afirmaciones verbales de su patriotismo, sino con su trabajo, su energía, su
competencia técnica, su espíritu de justicia y su ayuda cotidiana y honesta a
la acción de sus compatriotas. Un mexicano, en fin, que sepa ofrecer un
concurso auténtico a la obra colectiva de paz para todos y de libertad para
cada uno”. Al referirse al
sistema de educación superior, el secretario de Educación Torres Bodet dijo:
“Porque la ciencia es incontenible conviene que los institutos superiores
no descuiden jamás su función rectora, en lo social, lo moral y lo cultural. Al
fomento de las fuerzas de la transformación que la ciencia permite han de ser
agregar el cultivo de los valores espirituales de ciudadanía responsable y de
acrisolada rectitud ética. La juventud necesita un aliento digno de los ideales
de verdad y de libertad. Casa de estudios, sí. Casa de inteligencia,
innegablemente. Pero al mismo tiempo, casa de solidaridad social en cuyos
recintos aprenda el hombre a comprender su destino propio y a servir el de
todos sus semejantes. Casas, por
consiguiente, de paz activa, donde se formen buenos investigadores y buenos
especialistas, pero sin olvidar que al mejor especialista y al más atrevido
investigador los completa siempre y los perfecciona el sentido humano de la
justicia en las relaciones sociales que sus trabajos pueden y deben
favorecer”. Recordemos algunas
palabras del doctor Rosenblueth al inaugurar el Centro: “Este acto de inauguración
corona relevantemente el final de la primera y más importante etapa en la
elaboración de este Centro, la de la gestación. Creemos que el organismo es
sano y exento de vicios congénitos. Esperaremos, por lo tanto, que su
crecimiento y desarrollo sean exuberantes”. Cincuenta años
después podemos asegurar que la producción del Centro ha sido exuberante, es
decir, abundante y copiosa. En los dos primeros años, la investigación se
realizaba en sólo cinco departamentos: fisiología, matemáticas, física,
bioquímica e ingeniería, con un total de 16 profesores de planta. En esos dos
primeros años se produjeron 11 publicaciones y se graduaron seis maestros en
ciencias (dos en fisiología y cuatro en matemáticas) y un doctor (en
matemáticas). Frente a esos seis graduados del periodo inicial, el Cinvestav ha
formado, hasta junio del presente año, 6181 maestros en ciencias y 2388
doctores en ciencias. La celebración de
los primeros cincuenta años del Cinvestav podría representar ocasión para
realizar un lánguido recordatorio del pasado. En vez de ello, debe ser
oportunidad para analizar con optimismo el presente de la institución y para
elevar con decisión las miras de la pertinencia de nuestro trabajo futuro.
Dichas normas tienen como base la premisa fundamental que ha alentado y seguirá
alentando el trabajo académico del Centro: me refiero al patrimonio más sutil,
pero sin duda el más valioso con el que contamos: la libertad de cátedra. Esta conmemoración
debe servir como un reconocimiento a los que nos precedieron y, al mismo
tiempo, como un compromiso de todos los miembros del Centro por continuar en el
camino del rigor y la autocrítica, dejando de lado los peligros de contagio de
tres vicios frecuentes en el medio de la educación superior: la autocomplacencia,
la endogamia y la politización partidista. El Cinvestav no
nació solo. La situación política y económica del México de mediados del siglo
pasado permitió el surgimiento de nuestro actual sistema científico y
tecnológico, con la aparición de los primeros centros de investigación en el
Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, los
Institutos Nacionales de Salud, El Colegio de México y El Colegio Nacional,
entre otros. Por esos años, los
planes para el desarrollo del sistema incluían dos premisas básicas: La primera
era: “La ciencia y la tecnología, impulsadas con realismo y en forma
equilibrada, e incorporadas con propiedad a los aspectos políticos, sociales,
económicos y culturales de la nación, permitirán fijar las bases que aseguren
su independencia económica y su participación equitativa a nivel regional o
internacional, así como el aceleramiento del desarrollo del país con su
contenido consustancial de libertad individual y de bienestar colectivo”.
La segunda fue:
“Lo esencial y decisivo será siempre el saber encauzar con acierto el
impulso de un pueblo, induciéndolo a una actitud dinámica, despertando y
activando en él una creciente y noble ambición por el progreso pacífico, por
una mayor autosuficiencia, por un conocimiento más pleno de su realidad y un
mejor control y aprovechamiento de ésta para su propio beneficio”. Valdrá la pena
hacer un estudio profesional que analice la trayectoria ascendente del
Cinvestav a lo largo de cinco décadas y determine los factores que han
permitido la continuidad de sus principios básicos. Como es evidente, son
muchas las personas que han intervenido positivamente a lo largo de estos años,
empezando por los investigadores, los alumnos y los trabajadores del Centro.
Poco conocida fue la excepcional y, al mismo tiempo, discreta actuación del
doctor José Adem (q.e.p.d.) como asesor de la Dirección General a lo largo de
varias décadas. Discreto, e igualmente efectivo, fue el interés mostrado a lo
largo de muchos años por el Ingeniero Gilberto Borja Navarrete (q.e.p.d.) como
miembro de la Junta de Gobierno, tal como lo ha sido y sigue siendo el útil y
desinteresado apoyo del licenciado Jorge Kahwagi Gastine en esa Junta de
Gobierno. El interés personal
de varios secretarios de Educación Pública ha sido igualmente decisivo para el
buen funcionamiento de la institución. Más allá de sus responsabilidades como
cabezas de sector y como presidentes de su Junta de Gobierno, el Cinvestav se
ha beneficiado del interés personal de Fernando Solana, Fausto Alzati, Miguel
Limón Rojas, Reyes Tamés Guerra, Josefina Vázquez Mota y Alonso Lujambio.
Quedan por revisar, por otros, los aciertos (si es que los ha habido) de los
miembros del Cinvestav que hemos tenido la responsabilidad de asumir la
dirección general, después de la administración del doctor Rosenblueth. Aceptamos que
todavía estamos muy lejos, como sistema y como institución, de haber logrado
alcanzar los propósitos esbozados en los albores del Centro: incorporar a la
ciencia y la tecnología como parte fundamental de la cultura de nuestra sociedad.
En lograrlo deberá cifrar sus empeños futuros nuestro sistema de ciencia y
tecnología y nuestra institución. Mientras tanto,
tuvo buena razón la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
al concluir, luego de analizar el derrotero de nuestro sitio de trabajo:
“El Cinvestav demuestra que México puede tener instituciones de educación
y de investigación de clase mundial”. Nada más, pero
también, nada menos. consejo_consultivo_de_ciencias@xxxxxxxxxx |