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José Luis Morán López| 2012-08-08
A propósito de Olimpiadas
Los juegos olímpicos deportivos son los eventos internacionales de
convivencia y competencia más importantes del mundo. A ellos acuden los
mejores deportistas de cada país y participan naciones que olvidan sus
conflictos políticos o religiosos para competir bajo igualdad de condiciones
y tratar de mostrar que son los mejores, en su categoría, a nivel
internacional.
En esta edición de los juegos olímpicos, realizándose en Londres,
hemos tenido (al momento de escribir esta nota) resultados halagadores en
futbol, clavados y tiro con arco. Esto demuestra que tenemos jóvenes con
habilidades y talento y que un programa de apoyo para el desarrollo de esas cualidades
nos hace competitivos a nivel mundial.
Otro tipo de olimpiadas, menos populares, pero no menos importantes
son las olimpiadas internacionales del conocimiento. En particular me voy a
referir a las Olimpiadas Internacionales de Física (IPHO por sus siglas en
inglés). A esta competencia acuden delegaciones de todo el mundo, con un
máximo de cinco participantes por país. Los jóvenes deben de tener menos de
20 años y no estar inscritos a una carrera universitaria.
La competencia consiste de dos exámenes; uno en el que deben de
resolver problemas teóricos de física y el otro, en el que deben de realizar
un experimento, hacer mediciones e interpretar sus resultados. Estos jóvenes
de nivel preparatoria, deben de saber una gran variedad de temas de física,
pero lo más importante es demostrar su inteligencia, creatividad e
imaginación. Durante nueve días que dura el evento, se reúnen algunos de los
jóvenes más talentosos de todo el mundo, y de los cuales saldrán los
científicos de futuro. Ellos harán, en las próximas décadas, gran parte de
las aportaciones al desarrollo científico y sus aplicaciones.
En México, para llegar a ser parte del equipo de seleccionados, los
jóvenes deben de pasar por una serie de pruebas. Primero, deben de ser uno
de los cuatro mejores estudiantes de su Estado. Después, deben de competir en
la Olimpiada Nacional, organizada desde 1990 por la Sociedad Mexicana de
Física, con los estudiantes de casi todos los Estados de la República. Es
importante mencionar que solo el Estado de Nayarit no ha participado aún en
este evento.
En la Olimpiada Nacional se seleccionan a los 30 mejores, que
participan en tres entrenamientos, con sus respectivos exámenes; y entonces,
se conforma el grupo de los 9 que tengan las mejores calificaciones. Los primeros
5 lugares integrarán la delegación mexicana que compite en la Olimpiada
Internacional, y los 4 restantes participan en la Olimpiada Iberoamericana.
La Olimpiada Internacional de Física se organizó por primera vez en
Polonia en 1967 en la que solo participaron, además del país anfitrión,
Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría y Rumania. Este año se realizó la edición
43 en Tallin, Estonia del 15 al 24 de julio. En esta ocasión participaron más
de 400 estudiantes de 86 países. Por parte de Iberoamérica, participaron 9
países: Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, México,
Portugal y Puerto Rico.
El equipo mexicano estuvo integrado por Eduardo Israel Acosta Reinoso
(Jalisco), Kevin Bustillos Barrera (Chihuahua), Javier Méndez Ovalle (DF),
Jorge Torres Ramos (Sinaloa) y Alberto Jesús Trejo Ávila (Yucatán). Ellos
fueron acompañados por los físicos Raúl Espejel Morales y Víctor Romero
Rochín, quienes participaron intensamente en su preparación.
La participación de nuestros jóvenes en la IPHO 2012 fue muy
destacada. De los cinco integrantes, dos obtuvieron una medalla de bronce y
otro recibió una mención honorífica; Jorge Torres Ramos y Javier Méndez
Ovalle merecieron Medalla de Bronce, y Eduardo Acosta Reynoso recibió una
Mención Honorífica.
Este resultado es muy halagador y meritorio, ya que colocó al equipo
mexicano en el segundo lugar de los países de Iberoamérica, solo debajo del
equipo de Brasil, y en lugar 46 de todos los 86 países participantes. Los
primeros lugares los ocuparon, China, Taiwán, Singapur, Rusia y Corea.
Curiosamente la mayoría países orientales.
Como en cualquier competencia, para tener éxito, se necesitan
individuos capaces y de un programa sólido de entrenamiento. En nuestro caso,
lo primero lo aportan los estudiantes, lo segundo es una responsabilidad de
todos los maestros que enseñamos física en los niveles de educación básica.
Es claro que en la enseñanza de las ciencias hay mucho que hacer en
nuestro país. Necesitamos reforzar la educación de nuestros maestros e
invitarlos y convencerlos de modernizar la forma en la que se enseña la
física, la química, la biología y las matemáticas. Tenemos que pasar de una
enseñanza enciclopédica y monótona a una en la que el alumno entienda y
aprenda a través de experimentos sencillos realizados en el salón de clases.
En cuanto mejore esa enseñanza tendremos mejores resultados en las
competencias internacionales del conocimiento.
Sin embargo, lo más importante es que una mejor y más sólida educación
científica es necesaria para la formación de jóvenes capaces de resolver
problemas basados en el conocimiento, la información y el análisis. Estos son
elementos básicos en las sociedades modernas, conocidas como del
conocimiento.
El Consejo Internacional para la Ciencias (ICSU por sus siglas en
inglés) hizo una fuerte recomendación a sus agremiados, reunidos el pasado
mes de septiembre en Roma en la 30 Asamblea General, para que las comunidades
científicas de los países miembros se involucren en la enseñanza de las
ciencias a todos los niveles.
En nuestro país ya existe ya una iniciativa de este tipo. En 2010 la
Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, firmó un convenio de
colaboración con la Secretaría de Educación Pública, SEP para que los
profesores universitarios revisen los planes y programas de estudio de la
educación básica y hagan propuestas específicas que lleven a una mejor
educación de las matemáticas y las ciencias naturales. A la fecha ya hay
resultados de esa colaboración; los universitarios han ofrecido
modificaciones a los programas de Pre-primaria y de Primaria, haciendo
énfasis en una nueva forma de enseñar las ciencias.
Sin embargo, un problema tan complejo, como éste, requiere del trabajo
constante de muchos años. Esperamos que las nuevas autoridades de la SEP le
den continuidad a estas acciones.
El autor es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias de la
UNAM e integrante del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la
República
consejo_consultivo_de_ciencias@xxxxxxxxxx
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