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CCC.-Artículo del Dr. Baltasar Mena Iniesta



Title: Xxxxxx

DR. WOLF LUIS MOCHAN BACKAL

CENTRO DE CIENCIAS FISICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

Presente

 

Me estoy permitiendo hacerle llegar el artículo escrito por nuestro consejero, Dr. Baltasar Mena Iniesta titulado “El científico sexagenario en el país virtual”, publicado el día de hoy, en la sección Opinión del periódico La Crónica de Hoy.

 

Aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo.

 

Atentamente,

 

Luz Elena Cabrera Cuarón

Secretaria Ejecutiva Adjunta

 

Consejo Consultivo de Ciencias de la

Presidencia de la República (CCC)

San Francisco No. 1626-305

Col. Del Valle

Delegación Benito Juárez

03100 México, D.F.

Teléfonos

(52 55) 5524-4558, 5524-9009 y 5534-2112

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http://www.ccc.gob.mx

 

Por: Dr. Baltasar Mena Iniesta| Opinión

Miércoles 8 de Octubre de 2008| Hora de publicación: 02:29

 

 

El científico sexagenario en el país virtual

 

Me encontraba impartiendo el curso de cálculo vectorial cuando varios jóvenes de aspecto punkero irrumpieron en clase solicitando hablar con sus compañeros alumnos; acepté la intromisión, ya que serviría para despertar a la última fila, que ya se encontraba cabeceando sin compás alguno.

–Venimos a hablar en defensa del petróleo –dijo el punk mayor.

–No sabía que el petróleo estaba siendo atacado –respondí sorprendido.

“¡No a la privatización! ¡No a la reforma del Presidente a Pemex!”, etcétera, gritaban las masas. Las “adelitas” en el Zócalo capitalino vociferaban que el petróleo era “nuestro”, aunque confesaban que la explotación del mismo le correspondía a Pemex, ya que ellas no sabían a ciencia cierta para qué les servía el preciado líquido.

Así se despertó mi interés en seguir el desarrollo de la “reforma a Pemex”, que más tarde se convirtió en “reforma energética” en los anuncios del Senado, el cual se jactaba de escuchar las opiniones de “expertos”, del público en general y de cualquier hijo de vecino que deseara expresar su opinión.

Por otro lado, empezaron a bombardear la televisión con anuncios de “Apoya la reforma de Pemex del Presidente”, “Teniendo tanto petróleo, no me parece justo importar la gasolina”, decía un ama de casa que se veía docta en la materia (obviamente, la pobre ignora que la construcción de una refinería no sólo es sumamente costosa, sino que tarda un número considerable de años); “No podemos seguir rezagados, urge la reforma a Pemex”, opinaba enfáticamente otro ciudadano cuyos conocimientos del documento presentado por el Ejecutivo eran obviamente nulos (no te azotes, pues vamos más rezagados en carreteras, transporte público, educación, sin mencionar en medallas olímpicas).

Una vez despertada mi curiosidad, procedí a leer el mamotreto de más de 60 páginas presentado por el Presidente, el cual se encuentra íntegro en internet. En realidad me pareció que decía muy poca cosa; de hecho, la reforma era casi nula; convertía la cueva de los 40 ladrones en la de los 50 a base de nuevos nombramientos innecesarios y de altos sueldos, facilidades de contratación a mansalva sin licitaciones, etcétera, etcétera.

Sin embargo, no detecté reformas fundamentales (de hecho, no ha habido reformas sustanciales desde la expropiación petrolera, al igual que la reforma agraria y todas las reformas que son presentadas por el presidente en turno para justificar su existencia burocrática). Así pues, decidí asistir a las reuniones de expertos convocadas por el Consejo Consultivo de Ciencias, a las reuniones de la UNAM y debo confesar que me perdí numerosas otras reuniones convocadas por organismos similares a los anteriores.

Todas parecidas, o más bien dicho, “lo mismo, pero no igual”. Se habló interminablemente de reforma energética, fuentes alternas de energía, sistemas de ahorro de energía, impacto ecológico sobre el medio ambiente y, en resumen, todos los científicos estábamos de acuerdo, los sociólogos también; en una serie de ejercicios procedimos a resolver los problemas energéticos del país.

Fue maravilloso escuchar a mis colegas hablando cada uno sobre su especialidad; parecía una reunión de alcohólicos anónimos: “Buenas tardes, soy Pedro y… soy científico...”. “¡Hola, Pedro!”. Así, el “eólico” resolvió el problema de generación de electricidad y hasta nos sobraba para exportar a Latinoamérica, el “solar” nos puso ejemplos de los éxitos en Alemania y otros países europeos, el “nuclear” habló de Francia y de los adelantos en la disposición de desechos nucleares.

De “biomasa” no se habló mucho, pues a casi nadie le gusta hablar de mierda, sin embargo, se habló de los sustitutos de petróleo a base de granos alimenticios y de caña de azúcar, en fin, cada uno habló de su especialidad y defendió su punto de vista, salvo algún representante perdido de Pemex o del IMP que trató, de alguna manera incoherente, de defender el preciado líquido causante de las controversias nacionales entre amas de casa, senadores, diputados y otros duchos en la materia.

Eso
sí, de lo que menos se habló fue de la corrupción maravillosa que afecta a Pemex desde sus raíces, de su sindicato, modelo universal de crimen organizado y robo a mansalva; de la elaborada eficiencia de los directivos de Pemex para lograr la ineficiencia absoluta de la paraestatal en cuestión y otros pequeños detalles.

Lo que me quedó en claro de todas estas reuniones fue que JAMÁS se hará dicha reforma energética, pues ésta requiere de inversiones y cualquier reforma planteada por el gobierno tiene por objeto drenar más dinero y no invertir. De nada sirve informar a nuestros gobernantes acerca de los programas de investigación y desarrollo y de la inversión en fuentes alternativas de energía llevados a cabo en la actualidad por todos los países europeos, asiáticos y por los vecinos del norte.

Nosotros nada más queremos saber cómo obtener más del petróleo, ya que nunca se nos va a acabar (igual que nuestros científicos y personal académico, que son tratados como entes inmortales en nuestro sistema de educación superior).

En resumen, no es difícil comprender que un sistema tan corrupto desde sus orígenes como lo es Pemex sea totalmente IRREFORMABLE.

No se trata de privatizar, pues cualquier bobo sabe que Pemex ha sido, desde sus orígenes, dependiente de un sinnúmero de industrias y compañías privadas extranjeras para la extracción y exploración petrolera en México; no se diga del transporte, nuevas tecnologías, sistemas de recuperación secundaria, etcétera.

Es decir, Pemex ha sido una industria privada desde hace muchos años, eso sí, drenada al máximo por el gobierno a base de impuestos. Nunca se ha invertido en ella, jamás se ha realizado investigación y desarrollo, jamás ha habido planeación a futuro.

Me gustaría ver anuncios de televisión en los cuales el ama de casa mencionara las relaciones de Pemex con Schlumberger, Halliburton, Battel y similares; donde se mencionaran las propiedades y posesiones de los dirigentes del sindicato petrolero, donde se hablara de las fugas en los conductos de Pemex y las pérdidas multimillonarias ocasionadas.

Anuncios donde el protagonista explique cómo fue que nunca hubo una industria petroquímica, el porqué no hay industria de plásticos, cómo fue deteriorándose Pemex hasta llegar a lo que es.

En resumen, me gustaría ver una especie de “Cuéntame cómo pasó”, la serie española que cuenta, a través de la vida cotidiana de una familia madrileña, las vicisitudes y el sufrimiento de la opresión de la dictadura franquista durante 40 años, pero ahora en episodios cómicos a través de una familia de petroleros sindicalizados víctimas de la opresión de la dictadura de Pemex que lleva ya 70 años. Quizá así entenderíamos lo que hay que hacer para lograr un verdadero cambio. Mientras tanto… juguemos a la reforma.
 
Miembro
del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República (CCC), Investigador del Instituto de Ingeniería, UNAM

consejo_consultivo_de_ciencias@ccc.gob.mx