DR.
WOLF LUIS MOCHAN BACKAL INSTITUTO
DE CIENCIAS FISICAS UNIVERSIDAD
NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO Presente Adjunto
al presente mensaje me permito hacerle llegar su el artículo escrito por la
Consejera, Dra. María Valdés Ramírez, titulado, “Los incendios
forestales en México”,
publicado el día de hoy en la sección Opinión del periódico La Crónica de Hoy. Aprovecho
la ocasión para mandarle un cordial saludo. Atentamente, Dr.
Rigoberto Aranda Reyes Secretario
de Comunicación Consejo
Consultivo de Ciencias de la Presidencia
de la República (CCC) San
Francisco No. 1626-305 Col.
Del Valle Delegación
Benito Juárez 03100
México, D.F. Teléfonos (52
55) 5524-4558, 5524-9009 y 5534-2112 Los
incendios forestales en México Según datos de la
Comisión Nacional Forestal, de 1998 a 2008 se han registrado más de 85 mil
incendios forestales en territorio nacional, es decir, un promedio de 8 mil 500
por año. Esto conduce en gran medida a la afectación de las zonas forestales
del país, más otras repercusiones. Además de todos los
beneficios indirectos que nos proporcionan los bosques, como alimentar las
aguas subterráneas, de darnos agua evaporada extraída de la profundidad del
suelo (humedad ambiental), de protegernos contra inundaciones, de darle
albergue o hábitat a la fauna silvestre, etcétera, los bosques nos benefician
directamente, con productos de uso directo, beneficios tangibles o también
llamados con valor en el mercado, comúnmente referidos como
“bienes”. También nos proporcionan materiales para nuestra
existencia como los frutos, la madera, el carbón, las resinas, las esencias,
los taninos, la celulosa, el corcho, etcétera. En cuanto a los
bienes conocidos como servicios, nos proporcionan: a) La regulación
del ciclo hidrológico, es decir, la regulación de las lluvias y del clima. b) La protección al
suelo de la actividad erosiva del viento y de la lluvia. c) La captura de
carbono, uno de los gases cuyo exceso produce el llamado efecto invernadero. d) El hábitat o
albergue para los animales silvestres. e) Los bienes
escénicos, o lugares de recreación y tranquilidad, necesarios para el
equilibrio emocional humano. Dos terceras partes
de la superficie de México son montañas, el resto es ondulante. Las montañas
que no tienen árboles o plantas que retengan el suelo, se quedan sin el mismo.
Y cuando las montañas se quedan sin árboles y sin suelo, las consecuencias son
muy graves para todos los seres vivos. Al fenómeno de despojar los árboles de
un terreno se le conoce como DEFORESTACIÓN. La deforestación
conduce a la desertificación. Ésta se define como la pérdida del potencial
biológico de un ecosistema. El 68% del territorio nacional, es decir, 123.3
millones de hectáreas, han perdido más del 50% de su potencial biológico de
productividad original, afectando directa e indirectamente a más de 100
millones de habitantes. En México el porcentaje de territorio afectado por
erosión en grado severo y muy severo asciende a casi el 69%, donde el 29.1% es
por erosión hídrica (lluvia), el 61.2% por erosión eólica (viento). La carencia en
muchas partes de México de la protección que dan los árboles a los suelos y
también la falta de métodos protectores al suelo se refleja en todo el país a
través de diferentes problemas, que ya son muy graves, como son: Falta de agua. Suelos
improductivos. Aumento de
condiciones desérticas. Tierras agrícolas
abandonadas. Miseria en el campo
cada vez mayor. Migraciones tanto a
las grandes ciudades como fuera del país. Los cambios
climáticos globales no ocurren aislados y son multifactoriales. El cambio
climático incluye una gama completa de procesos naturales acelerados por
actividades antropogénicas y ha intervenido en los incendios forestales. Éstos
son eventos naturales que se presentan de manera cíclica y están asociados a
factores climáticos, esencialmente, temperatura y humedad. El cambio climático
puede tener impacto en periodos largos de sequía y alterar los periodos de
lluvia. Las lluvias atípicas (cambio climático) del año 2010 en nuestro país
permitieron que disminuyera la presencia de incendios forestales. Desgraciadamente en
México se acostumbra quemar los terrenos constantemente para que rebroten los
pastos con que se alimenta todo tipo de ganado. Con mucha frecuencia el
campesino no controla el fuego y se extiende no sólo quemando el pasto seco,
sino también los árboles. Los campesinos que en nuestro país están en estado
marginal grave, o las personas con “influencias”, queman los
árboles para darle otro uso al suelo. Hasta ahora, los
esfuerzos para detener el cambio climático en el planeta son insuficientes y no
es suficiente con controlar las emisiones de gases contaminantes a la
atmósfera. Es necesario detener la destrucción de los bosques templados y de
los bosques tropicales. Si se busca detener el nocivo cambio climático,
simplemente hay que reducir la desenfrenada destrucción de los bosques y
selvas. Además, después de los disturbios, se debe favorecer científicamente el
restablecimiento del bosque. Tendremos que
aprender a evitar la deforestación y la degradación de los bosques mediante la
protección y conservación de su salud. Esto podrá conducir a un manejo
sostenible de los bosques, incrementará enormemente el secuestro de carbono,
además de que esta protección y manejo adecuado conducirá a beneficios sociales
y económicos para más de 13 millones de personas que habitan y dependen
directamente de los bosques. Al mexicano desde
niño se le tiene que inculcar el amor a la naturaleza y su conservación para
revertir los daños provocados por el desprecio que, en una forma constante,
hemos manifestado hacia la misma. La ciencia es
fundamental para conducir las negociaciones políticas del cambio climático y es
necesario consolidar el papel de la ciencia en respaldo a la coordinación
internacional y adoptar fuertes medidas. consejo_consultivo_de_ciencias@xxxxxxxxxx |