Jaime
Urrutia Fucugauchi* | Opinión 2012-02-22
La sociedad del
conocimiento
Por años las diferencias en el desarrollo económico han
separado a los países en: desarrollados, en desarrollo, y menos desarrollados.
A partir de la Revolución Industrial, los cambios generados por la
introducción de nuevas tecnologías y métodos de producción se aceleraron,
particularmente durante la segunda mitad del siglo pasado. Los efectos de la
globalización y formación de las economías orientadas de mercado han
significativamente ampliado las diferencias entre los países industrializados
y el resto del mundo. Estas diferencias, cada vez mayores, conllevan serios
problemas de desnutrición, hambrunas, enfermedades, conflictos sociales y
guerras, separando las sociedades entre aquellas cada vez más ricas y las
cada vez más pobres. La distribución y acumulación de riqueza y bienes
presenta grandes desigualdades; alrededor de 20% de la población más rica
tiene ingresos superiores en más de 70 veces lo que recibe 20% de la
población más pobre. En los países de Latinoamérica y el Caribe estas
desigualdades son grandes, en donde 10% de la población tiene 80% de los
ingresos. En comparación, los ingresos de 10% del sector marginado representan
menos de 2%. En las naciones en desarrollo y las menos desarrolladas, una
buena parte de la población sobrevive en condiciones de pobreza extrema,
desnutrición y desigualdades sociales, bajo la amenaza de hambrunas,
epidemias, conflictos, altas tasas de mortalidad infantil, bajas expectativas
de vida, etcétera. Las cifras y estadísticas sobre enfermedades y mortandad
en los reportes de la Organización Mundial de la Salud y Programa Milenio,
para inicios del Siglo, ilustran las diferencias. De los varios millones de
personas que fallecen anualmente por enfermedades infecciosas, la gran
mayoría residen en países en desarrollo. De los ~34 millones de personas
infectadas por el virus del sida, la mayor proporción está en países en
desarrollo donde se presentan los más altos índices de mortalidad. Varios
millones de personas presentan tuberculosis activa, y entre 1.4 y 1.7
millones fallecen cada año; del total, el porcentaje mayor corresponde a
África y los países en desarrollo. Los efectos de fenómenos con capacidad de
generar desastres como sismos, erupciones volcánicas, tsunamis, huracanes,
inundaciones y sequías, empeoran situaciones ya adversas para las cuales
estas naciones están inadecuadamente preparadas. El crecimiento de la
población, los efectos de globalización en las economías, los cambios
demográficos, y el crecimiento de las megaciudades han agudizado las
desigualdades. En las últimas décadas, los desarrollos científicos y
tecnológicos han provocado transformaciones profundas, en especial en las
naciones industrializadas, hacia economías basadas e impulsadas por la
generación de conocimiento y el desarrollo tecnológico.
En este inicio de siglo, la acumulación de
conocimientos y nuevas tecnologías han cambiado profundamente las formas y
expectativas de vida de las sociedades e individuos, con mejores sistemas de
atención médica, nutrición, comunicaciones, computación, educación,
armamento, etcétera. Esta transformación, en unos cuantos países
industrializados —científica y tecnológicamente avanzados— genera
divisiones aún más profundas que aquellas derivadas de las diferencias
económicas en los siglos pasados. Una de estas divisiones se tiene en las
perspectivas futuras a corto y largo plazo - los países con bajo o nulo
desarrollo científico y tecnológico están destinados a consumir los productos
creados en los países desarrollados. En estos países, la importación de
artículos y servicios implica además de los altos costos, pérdida de
identidades nacionales y generación de dependencias cada vez más fuertes en
otros aspectos de la sociedad.
De las diferencias entre los países que tienen y los
que no, hemos pasado a una división más crítica de los que pueden crear y los
que no. La investigación científica, innovación y creación de nuevas
tecnologías han ampliado significativamente la brecha tecnológica entre los
países industrializados y los subdesarrollados. Las diferencias entre
naciones con, por ejemplo, industria aeroespacial, capaces de diseñar,
construir y operar las redes de satélites de telecomunicaciones y
observación, misiones de exploración en el sistema solar, etc. y aquellas que
no disponen de estas capacidades van más allá de simplemente contar o no con
estos productos. La brecha tecnológica presenta implicaciones que rebasan la
creación e innovación y afectan los fundamentos de las economías y el
desarrollo de las naciones. Asociado y debido a la inadecuada o ausencia de
infraestructura científica y tecnológica y a los bajos niveles educativos, la
brecha tecnológica se amplía, con países sin capacidades de acceso,
adaptación y uso efectivo de las tecnologías disponibles. Conforme las
economías de los países industrializados se transforman para estar basadas en
la generación de conocimiento, la mayor parte de la población mundial ha quedado
relegada a consumir las nuevas tecnologías y desarrollos que los primeros
producen.
Para los países en vías de desarrollo y menos
desarrollados, la inversión en ciencia y tecnología no puede ser considerada
como parte de las posibles alternativas, una apuesta para un desarrollo u
opciones a tomar una vez que se resuelvan los problemas urgentes. La
inversión decidida y sostenida en ciencia, innovación tecnológica y educación
dentro de programas estructurados y amplios, constituye la única opción para
el desarrollo de nuestros países. Posponer y esperar a mejores tiempos para
implementar una política de estado en educación, ciencia y tecnología,
ocasionará que las condiciones ya inadecuadas empeoren. En varios artículos
publicados en este foro de parte de miembros del Consejo Consultivo de
Ciencias de la Presidencia y el documento “El único camino hacia el
desarrollo de México pasa por el conocimiento”, recientemente
presentado por la Academia Mexicana de Ciencias, han analizado y enfatizado la
importancia y necesidades de implementar acciones estratégicas en educación,
ciencia y tecnología. En los análisis y propuestas del documento de la
Academia, centrado en cuatro puntos fundamentales, se argumenta sobre la
importancia para incrementar y sostener la inversión en ciencia y tecnología
y los efectos de una baja inversión en estos rubros en el crecimiento de la
economía, reflejados entre otros indicadores en bajo crecimiento del producto
interno bruto (PIB) del país. Entre las variables económicas que ilustran
parte de los problemas asociados se tiene el índice de cobertura tecnológica
(cociente entre las exportaciones y volumen global de transacciones), que ha
decrecido de 0.24 a 0.04 en la última década. Lo que implica de acuerdo al
documento, en el aspecto tecnológico, el país compra 96% y vende 4%. La
mayoría de las patentes desarrolladas y las comercializadas exitosamente cada
año provienen de los países industrializados. Los países en desarrollo
generan un bajo o nulo número de patentes, con los consecuentes efectos en
las economías a corto, intermedio y largo plazo.
La generación de nuevas tecnologías e innovación en los
países industrializados está sustentada en un fuerte desarrollo científico.
Los países que generan la mayor parte de las patentes producen la mayor parte
de la investigación en ciencia. Los grupos de investigación de ocho países,
encabezados por Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Japón, generan
alrededor de 85% de la producción científica. En marcado contraste, 163
países que incluyen la mayor parte del mundo en desarrollo producen menos de
2.5%. Entre los problemas que aquejan a los países en desarrollo, además de
aquellos mencionados al inicio, (problemas económicos, sociales y políticos)
se tienen: infraestructura científica y tecnológica inadecuada o nula, bajos
niveles de inversión en ciencia y tecnología, sistemas de educación básica y
superior inadecuados, dependencia tecnológica, bajo número de instituciones
de educación superior e investigación, comunidades académicas pequeñas y
aisladas, emigración de personal calificado y de profesores e investigadores,
bajos niveles de educación en ciencias en amplios sectores de la población y
falta de programas gubernamentales en educación, ciencia e innovación
tecnológica.
* Miembro del CCC, Investigador del Instituto de
Geofísica de la UNAM
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