Dr. Alfonso Larqué Saavedra | Opinión 2012-03-14 |
El
banco de germoplasma de Yucatán
Los bancos de
germoplasma son los sitios de conservación de material biológico por
excelencia, cuyo objeto es la conservación de la biodiversidad. Son recintos
clave para evitar que se pierda la diversidad genética por la presión de
factores ambientales, físicos y biológicos, y las actividades humanas.
La constitución
de bancos de germoplasma es relativamente reciente a nivel mundial. Podríamos
decir que inicia en 1894 cuando Nicolai Vavilov, científico ruso, describiera
los centros de origen de la agricultura. Vavilov llamó la atención señalando
la importancia que tiene la conservación de los ancestros de plantas cultivadas
como fuentes de variación para el fitomejoramiento.
En nuestro país,
en 1960 con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) se establece el primer banco de
germoplasma forestal, en el entonces Instituto Nacional de Investigaciones
Forestales. Hace unas semanas, se anunció la puesta en marcha el Centro
Nacional de Recursos Genéticos, que es un banco de germoplasma de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación,
(SAGARPA) en Tepatitlán, Jalisco. Este banco se suma a algunos existentes en
el país, dentro de los cuales resalta el Centro Internacional de Mejoramiento
de Maíz y Trigo (CIMMYT) ubicado en Texcoco, Estado de México. Asimismo, se
ha anunciado la creación del Banco de Germoplasma del Parque Científico y
Tecnológico de Yucatán.
Sobre el
particular es deseable remarcar el hecho de que en Yucatán, en la última
década, se han hecho numerosos estudios y análisis por parte de la comunidad
académica, de las Instituciones y centros de investigación regionales
—relacionados específicamente con la riqueza de su biodiversidad y su
conservación. Los resultados de estos trabajos, que han sido expuestos en
diferentes foros, se han plasmado en por lo menos dos documentos centrales:
Naturaleza y Sociedad en el Área Maya: Pasado, Presente y Futuro, producto de
una importante reunión celebrada en el año 2002. En atención a la Declaración
de Mérida de 2006, sobre el tema de los estudios de Estado, se integró el
libro Biodiversidad y Desarrollo Humano en Yucatán, publicado en 2010, en el
que participaron cerca de 150 académicos, casi en su totalidad integrantes de
instituciones de Yucatán.
Es precisamente
en el seno de estos cuerpos académicos que el Centro de Investigación Científica
de Yucatán (CICY), que cuenta con un grupo de expertos en recursos naturales
y biólogos moleculares, inició en 2009 un proyecto de gran visión definido
como banco de germoplasma, para la conservación del material biológico
principalmente de la Península de Yucatán.
En él se
contemplan dos componentes fundamentales de gran relevancia, que lo
distinguirán de otros bancos del país y del mundo: la conservación del
germoplasma ex situ que corresponde al perfil y característica de los bancos
de germoplasma, y la conservación del material in situ.
Para la
conservación de germoplasma ex situ, el CICY ha iniciado la edificación de un
recinto específicamente construido para tal fin dentro del Parque Científico
y Tecnológico de Yucatán. Dicho proyecto cuenta, para su implementación, con
financiamiento del Gobierno de Yucatán, del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología, Conacyt y recientemente se ha sumando la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales, Semarnat.
Por las
características específicas de los organismos de los diferentes reinos de una
región tropical, como es el que integra la biodiversidad en la Península de
Yucatán, el banco de germoplasma plantea la conservación in situ, que es
ciertamente un modelo innovador de banco a nivel mundial y para tal
conservación, se ha propuesto establecer el “Sistema del Banco de
Germoplasma de Yucatán” con el acrónimo de SIBANGEPY.
El crear un
“Sistema del Banco” le permitirá ampliar su capacidad orgánica y
así procurar cumplir su importante misión. En él se podrán mantener especies
vegetales tropicales de gran valor, cuyas semillas denominadas recalcitrantes
tienen un periodo de vida corto —menor de un año—, lo que las
convierte en semillas de gran fragilidad, ya que son difíciles de almacenar,
a diferencia de las llamadas semillas ortodoxas, como las del chile, tomate,
frijol, entre otras.
Con este modelo,
se integrarán al banco las organizaciones no gubernamentales, las
instituciones científicas y tecnológicas, y el sector gubernamental estatal y
federal, que cuenten con áreas naturales, reservas territoriales, jardines
botánicos u otros, y cuya misión contemple la conservación de la
biodiversidad biológica del Estado o de la Península de Yucatán. Para la
conformación de este sistema, se ha invitando como miembros fundadores a
Semarnat, Seduma, Pronatura y al CICY. Dichas instituciones han aceptado
formar parte de este sistema.
Como antecedente
para el establecimiento de este Banco de Germoplasma, es obligado anotar que
el biólogo Enrique Beltrán fue pionero en conducir estudios de la mayor
importancia para Yucatán, publicando de 1954 a 1959: “Los recursos
Naturales del Sureste y su Aprovechamiento”.
Recordemos que en
México, el doctor Enrique Beltrán fue pionero de la conservación de los
recursos naturales. En 1939 publicó —en el primer número de la Revista
de la Sociedad Mexicana de Historia Natural— un artículo intitulado
“Los recursos naturales de México. Lineamientos para una política de
conservación” y posteriormente convocó en 1948 al simposio “Los
recursos naturales de México y su conservación”.
Como el gran
visionario que fue, propuso la creación del Instituto Mexicano de Recursos
Naturales Renovables, que se fundó el 23 de septiembre de 1952. Este
Instituto publicó numerosos trabajos pioneros en el país sobre la
biodiversidad y su utilización. A 60 años de la fundación de este Instituto,
vale la pena hacer algunos señalamientos, que explican por qué la
participación del doctor Beltrán en la historia de la ciencia de este país es
de gran importancia. Primeramente, Beltrán señala que “propuse en 1947
al presidente Miguel Alemán su creación; sin embargo, el ingeniero Orive
Alva, Secretario de Recursos Hidráulicos, manifestó que no encontraba
justificación para su establecimiento”. Esta decisión retrasó al país
muchos años, en la ruta de la conservación de los recursos naturales. Sin
embargo, Beltrán decidió ir adelante con el proyecto de crear el Instituto,
el cual nació con el financiamiento de fundaciones de Estados Unidos y apoyos
de la iniciativa privada de México.
Se conformó como
una asociación civil y con una estructura mínima: un director, dos biólogos,
un secretario administrador y dos secretarias. Independientemente de no
contar con financiamiento gubernamental, tampoco contaba con su respaldo para
implementar alguna política producto de sus numerosos estudios. Queda la
pregunta, por supuesto, del por qué una vez creada la Subsecretaría del Medio
Ambiente —-durante la gestión del presidente Miguel de la Madrid—
y más después de que ésta se elevó a Secretaría de Estado, no se rescató al
Instituto y se impulsó como un Centro Público de Investigación, siendo que
era un baluarte en la historia de la conservación y uso de los recursos
naturales de este país. Por último, es relevante recordar que los colaboradores
de ese Instituto fueron, en gran medida, apóstoles de ideales a favor de las
riquezas biológicas de nuestro país.
El proyecto de
gran visión del Banco de Germoplasma del Parque Científico y Tecnológico de
Yucatán se enmarca dentro de las acciones en su Sistema de Investigación,
Innovación y Desarrollo Tecnológico (SIIDETEY). Esperemos que se concrete y
empiece a rendir frutos para beneficio de toda la región sur sureste del
país.
Miembro del
Consejo Consultivo de Ciencias.
consejo_consultivo_de_ciencias@xxxxxxxxxx
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